En la Plaza Nueva de Sevilla, frente al Ayuntamiento, se encuentra la estatua ecuestre del rey Fernando III el Santo. En el basamento están esculpidos cuatro personajes, que en vida, fueron de gran importancia para el rey y para Sevilla. Dichos personajes son:
El Almirante Ramón Bonifaz; jefe de la escuadra naval que sitió Sevilla, por el Guadalquivir durante su conquista. El Obispo Don Remondo; capellán del rey durante el asedio a la ciudad, llegando luego a ser su obispo. El rey agradecido por sus servicios, le cedió unas casas con sus huertas para que las habitara. Hoy, en ese lugar se encuentra el Palacio Arzobispal y el hotel los Seises. Garcí Pérez de Vargas; heroico guerrero que fue el primero en asaltar los muros de la ciudad. Por eso su nombre quedó esculpido en mármol en la Puerta de Jerez , cuya inscripción dice así:
Hércules me edificó;
Julio César me cercó
de muros y torres altas;
y el rey Santo me ganó
con Garcí Pérez de Vargas.
El rey Fernando, unió los reinos de Castilla y León pues era hijo del rey Alfonso IX de León y la reina Berenguela de Castilla, aunque tuvo problemas para heredar las dos coronas, ya que el matrimonio de sus padres fue anulado por el papa Inocencio III. Una vez asegurada la corona se dedicó a la conquista de gran parte de Andalucía. Fue un rey con una trayectoria triunfante pues jamás conoció la derrota ni casi el fracaso. Emprendió la construcción de las catedrales de Burgos y Toledo y quizá la de León, que se empezó en su reinado. Instauró el idioma castellano como lengua oficial de las leyes y documentos públicos, en sustitución del latín.
Fue un hombre justo, amable, leal, gran palaciego, culto, buen jinete, cantaba bien y era poeta. Era admirado y temido por sus enemigos, a los que trataba caballerosamente.
Cuando se sintió morir mandó retirar todos los ornatos que denotaban su grandeza real y, para recibir la comunión, ordenó decorar sus aposentos como una iglesia. Cuando oyó la campanilla que anunciaba la llegada del sacerdote, para asombro de todos, se tendió en un lecho de cenizas y, atándose una cuerda al cuello, exclamó:
"Desnudo salí del seno de mi madre, desnudo he de volver al seno de la tierra."
Pidió perdón a los presentes y hasta el rey moro de Granada con cien caballeros acudió a rendirle homenaje.
El rey Fernando III murió en la medianoche del jueves 30 de mayo de 1248. Fue enterrado en la Capilla Real de Sevilla. Recibió sepultura tres días después de su fallecimiento. El soberano había dispuesto que su cadáver recibiese sepultura al pie de la imagen de la Virgen de los Reyes, que se supone que se la regaló el rey San Luis de Francia, que era su primo. Esta virgen llamada "La de las Batallas", inicialmente, la llevaba atada siempre a su silla de montar, pues era gran devoto de la figura de la Virgen. Devoción inculcada por su madre, la reina Berenguela de Castilla, mujer valerosísima que aconsejó a su hijo durante toda su vida en asuntos muy importantes.
En su sepulcro grabaron en latín, castellano, árabe y hebreo este epitafio impresionante: «Aquí yace el Rey muy honrado Don Fernando, señor de Castiella é de Toledo, de León, de Galicia, de Sevilla, de Córdoba, de Murcia é de Jaén, el que conquistó toda España, el más leal, é el más verdadero, é el más franco, é el más esforzado, é el más apuesto, é el más granado, é el más sofrido, é el más omildoso, é el que más temie a Dios, é el que más le facía servicio, é el que quebrantó é destruyó á todos sus enemigos, é el que alzó y ondró á todos sus amigos, é conquistó la Cibdad de Sevilla que es cabeza de toda España, é passos hi en el postrimero día de Mayo, en la era de mil et CC et noventa años.»
En 1671, el papa Clemente X le colocó entre los santos de la Iglesia, celebrándose su fiesta el 30 de mayo. Es el Patrón de Sevilla y también es el Santo Patrón del Arma de Ingenieros desde el 2 de mayo de 1805, entre otras muchas instituciones y ciudades.
En la estatua ecuestre de Fernando III, el caballo mantiene sus cuatro patas apoyadas en el suelo y esto es así, porque según dicen, su dueño no murió en batalla. La posición de las patas de un caballo tiene su significado, según una leyenda muy extendida y se cree que se trata simplemente de una manera de recordar la manera en que murió el jinete. Si el equino tiene las dos patas levantadas, es porque el caballista murió en batalla; si tiene sólo una, es porque murió posteriormente a causa de las heridas de la batalla; y si no tiene levantada ninguna es porque tuvo una muerte natural. Lógicamente, no todas las estatuas de caballos siguen estas reglas… ustedes mismos.
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