jueves, 17 de febrero de 2011

Ramsés II


Papiro de Ramsés II- Museo del Cairo

En este papiro se representa al gran faraón Ramsés II manejando un carro de combate tirado por caballos.
El empleo más primitivo del caballo, en la guerra, parece ser que fue enganchado en un carro de combate. Los caballos fueron domesticados en el Neolítico, pero al inventarse la rueda, en los albores de la civilización, comenzó a utilizarse al caballo como animal de tiro. Cuando el carro se perfeccionó tuvo enorme impacto en su época, revolucionando con su movilidad y eficacia el arte de la guerra. Por añadidura, en el terreno civil, se convirtió en símbolo de las clases pudientes de la sociedad.
Parece que fueron los hicsos los primeros en emplear carros de guerra tirados con caballos, precisamente en una invasión que realizaron en Egipto, alrededor del 1800 antes de J.C.
Los egipcios no utilizaban los carros pues disponían de otros medios de transporte como los asnos y, sobre todo, los barcos ya que la navegación por el Nilo, su vía principal de comunicación, era la más usada para el transporte de personas y mercancías. Tampoco criaban caballos. Tras esta invasión y en sucesivas campañas, el faraón Thut-mose I se impuso la necesidad de apropiarse de los carros enemigos, así como de los caballos de tiro.
Como el carro y el caballo eran elementos desconocidos, los escribas tuvieron que inventar palabras específicas para designar estos elementos, así htr seguida de un corcel significaba “tiro de dos caballos”.
En un momento de la historia de Egipto, durante el reinado de Thut-mose I, los carros de combate y los caballos llegaron a ser más valiosos que el propio oro, por eso sólo el faraón podía acceder a ellos.

Por su parte, los egipcios aprendieron su manejo y perfeccionaron el carro de guerra. Las ruedas eran ya radiadas, en vez de macizas y en las campañas militares llevaban repuestos. Era normal que los carpinteros acompañaran a los ejércitos en sus campañas para reparar o sustituir las partes del carro que se dañaban. Los carros de combates se podían desmontar por piezas y ser transportados por barco o a lomos de asnos, ya que los egipcios no utilizaban el camello, y ser montados en los lugares de batalla. 

Bajo el reinado de Ramsés II existían dos tipos de guerreros, los pertenecientes a la infantería y los carristas, cargos que se heredan de padres a hijos. Los carristas  solían pertenecer a la clase social de los terratenientes. Las unidades de carros se anexionaban a los cuerpos del ejército, de quienes dependían, en una proporción de 25 carros por cada compañía. Había tres tipos de carros: de combate y, otros más ligeros y veloces: el dedicado a las comunicaciones y otro para exploración.

Carro encontrado en la tumba de Tutankamón
Los carros egipcios tenían el eje en el extremo posterior para mejorar el equilibrio del arquero y la comodidad de los usuarios y su trocha era mucho mayor que el ancho del vehículo, lo que los hacía casi involcables y capaces de girar fácilmente y cambiar de dirección en poco tiempo. Estaban tripulados por dos hombres un seneny (arquero) y el conductor, kedjen, que además debía proteger al arquero con un escudo. Un soldado de infantería corría tras el vehículo, armado con escudo y una o dos lanzas. Este soldado debía rematar a los heridos, para que no quedaran enemigos vivos a sus espaldas. La disposición del yugo, junto con los bocados de los caballos mantenían sus cabezas bajas, lo cual propiciaba que el caballo tirara con sus cuartos traseros. Los caballos que usaban los egipcios eran pequeños y vivaces, ideales para este tipo de carro.

En la batalla de Kadesh, Ramsés venció a los hititas utilizando carros de guerra con guerreros dotados de arcos de largo de largo alcance, aunque esta victoria, según los historiadores, no fue tal, más bien quedó en tablas.
Anillo de Ramsés II
Los caballos que Ramsés II condujo en su carro en la batalla de Kadehs y que le llevaron a la victoria, parece que se llamaban Mut y Victoria y era tanto era su admiración por ellos que se hizo un anillo en el que ambos están representados.
El reinado de Ramsés II posiblemente sea el más prestigioso de la historia de Egipto, tanto en el aspecto económico, administrativo, cultural o militar. Ramsés nació alrededor del año 1326 a.C y al morir Sethi, su padre, en el año 1301 a.C. sube al trono como rey del Alto y Bajo Egipto, y Sol de los Nueve Arcos.
Era alto para los cánones de la época media cerca de 1,70 cm. De nariz prominente lo que lo confería un aspecto majestuoso. Tan orgulloso estaba de su nariz que una vez muerto, al momificarlo, la nariz se rellenó con semillas para que conservara su prominencia. Se sabe que le disgustaba sobre manera que le dieran órdenes. "¿Porque me hablas como si fuera tu esclavo?" escribió al rey hitita como respuesta a uno de sus escritos. Tuvo, al menos, 152 hijos y centenares de esposas y concubinas, pero la más amada fue la Gran Esposa Real Nefertari.
Tras 67 años de reinado Ramsés fallecía a la edad de 92 años, dejando el trono en manos de su hijo Menepthah. En sus últimos años Ramsés se vio aquejado por diferentes dolencias como una artritis muy dolorosa y un problema dentario que le provocó infecciones, por lo que debía tomar dosis altas de calmantes procedentes de las hojas de sauce (actualmente es lo que conocemos como aspirina).

La importancia del caballo para los egipcios los llevó cruzarlos con los de la costa de Fenicia para mejorar sus características físicas y entre ellas su estampa. Los caballos egipcios eran mestizos, pero con su raíz en el caballo autóctono de esa región, el caballo árabe.
Los antiguos habitantes de Arabia adoraban, entre otras cosas, el caballo-ídolo "Ya uk" (caballo veloz). Estos caballos aparecen también en las paredes de los templos egipcios y en atuendos de los faraones Seti y Ramsés.

La domesticación del caballo supuso un notable cambio en la vida del "ser humano" que es el significado de la palabra "egipcio", ya que no sólo es capaz de llevar cargas, aunque normalmente menores que otros animales, sino por su característica principal: la velocidad.
La incorporación del caballo a la guerra, primero para tirar de carros y más tarde para llevar a su lomo a un combatiente, fue una auténtica revolución que provocó la caída de imperios enteros ante el nuevo elemento de movilidad y de poder.

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