sábado, 9 de abril de 2011

El caballo de hierro

Cuando los blancos empezaron a construir las vías férreas a lo largo y ancho de Norteamérica, la medida del ancho de vía fue la misma que se usaba en Europa y esta medida se la debemos a los romanos, exactamente son 1.435 mm, siendo esta la llamada medida internacional.

Los romanos hacían sus calzadas de acuerdo con la norma de que entraran en ellas dos mulas sin problemas con sus respectivos carros y así, la distancia entre las dos ruedas del carro correspondía al ancho del tiro de los dos animales, es decir, el tamaño de las ancas de dos caballos.. Como consecuencia de esto, en las ciudades romanas, a lo largo de las calles se hacía en las losas unos surcos, de hasta 10 cm de profundidad, por la erosión continuada de las ruedas. Si un carro entraba en la ciudad con un ancho diferente, tenía dificultades para circular. Además en las calles romanas se colocaban unas piedras en alto para que cuando los peatones cruzaran la calzada no se mancharan de excremento o barro y, estas piedras, respetaban los surcos. De esta forma, este ancho entre ruedas se estandarizó.

Esta medida no se perdió en el olvido, pues la mayoría de las calzadas permanecieron en uso tras el colapso del Imperio, de forma que las carretas se han construido hasta nuestros días con este ancho. Esto provocó que las nuevas calzadas que se tendieron para el ferrocarril, que no eran otra cosa que el nuevo carro que sustituía a las mulas, mantuvieran las antiguas medidas romanas .

Los nativos americanos cuando vieron atravesar a esa ingeniosa y veloz máquina las extensas praderas llamaron al ferrocarril “El caballo de hierro” y parece que no andaban muy descaminados.

Pero hay algo más. Las naves espaciales tienen, a los lados del tanque de combustible principal, dos grandes cohetes. Son los llamados SRB, Solid Rochei Boosters, construidos por Thiokol en su fábrica de Uttah. Los ingenieros que los diseñaron habrían preferido hacerlos un poco más anchos, pero no fue posible. Los SRB han de ser enviados por tren desde la fábrica hasta el lugar de lanzamiento de la nave. La línea férrea pasa por un túnel en las montañas, y si los cohetes fueran más anchos simplemente no cabrían. Así, el diseño de los cohetes impulsores de las naves que viajan al espacio fue determinado hace dos mil años por el tamaño de las ancas de los caballos romanos.

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