Óleo sobre lienzo de San Jorge y el Dragón de Rubens
Casi todas las noticias que se tienen de San Jorge están basadas en tradiciones y leyendas que se originaron en el siglo V y, que de boca en boca, han pasado a través de los siglos.
Se cree que fue un soldado romano que nació en Capadocia (Turquía) en el siglo III y que murió a principios del siglo IV. Geroncio, su padre, originario de Capadocia, servía como oficial en el ejército romano. Su madre Policromía volvió a su ciudad natal Lidda, en Israel, con su joven hijo tras enviudar. Aun así fue capaz de darle una buena educación al pequeño Jorge. El joven, al parecer, siguió los pasos de su padre y se unió al ejército poco después de llegar a la mayoría de edad, llegando antes de los treinta a tribuno y a ser de la guardia personal del emperador Diocleciano. Este emperador decretó la persecución de los cristianos, asignándosele a Jorge esta misión. Por profesar la religión cristiana, renunció al ejército, dio sus bienes a los pobres y se enfrentó a los emperadores Diocleciano y Maximiliano, así, acabó muriendo martirizado.
La historia anterior es, en el mejor de los casos, dudosa. Sin embargo, su veneración como mártir comenzó relativamente pronto. Se tienen noticias a través de relatos de peregrinos de una antigua iglesia de Lidda dedicada a San Jorge, siendo este el punto de partida de su culto.
La leyenda más conocida es la del dragón y es el probable origen de todos los cuentos de hadas sobre princesas y dragones en Occidente.
“En un lago vivía un gran dragón, cuyo olor era nauseabundo, tenía atemorizada a toda la ciudad. Sus habitantes estaban obligados a darle diariamente dos ovejas para que comiera. Cuando las ovejas se acabaron, decidieron proporcionarle, en lugar de las ovejas, una persona viva sorteada entre los ciudadanos. Cuando le tocó a la única hija del rey, y el dragón estaba apunto de comérsela, apareció un guerrero a caballo que mató al dragón, salvando a la princesa” (Esta es una de sus muchas versiones)
En la tradición cristiana, el guerrero es San Jorge, el caballo representaría a la iglesia y el dragón representa el mal, la insolidaridad, la hipocresía, la injusticia…
La leyenda de San Jorge y el dragón es universal, aunque los protagonistas sean otros personajes, pues hay leyendas en diversas regiones europeas, incluso en Japón.
En España, la tradición catalana, ubica este hecho en la ciudad de Montblanc, en Tarragona, y el 23 de abril se representa la ayuda que sus habitantes recibieron del santo en su lucha contra los musulmanes.
En el Apocalipsis, el primer caballo es blanco, símbolo bíblico de pureza. Este caballo representa a la iglesia cristiana primitiva en su pureza original. San Jorge, el guerrero, lucha contra el dragón, el mal, sustentado por el caballo blanco, la iglesia.
En numerosas zonas del mundo los pueblos han venerado al caballo blanco, o bien, le han atribuido una simbología especial por su singularidad, ya que los colores del pelaje de los caballos dependen mucho de su genética y cada uno de los genes que los afecte puede tener más de una forma. En el caso de los colores del pelaje suelen estar determinados por más de un gen. Existen tres colores básicos: el negro el alazán y el bayo. En el caso de los caballos blancos es importante saber que el blanco no es considerado un color debido a que representa una ausencia estricta de pigmentación en el pelaje del animal así, el caballo blanco, se considera una rareza dentro de la especie.
En la antigüedad, en la India, se sacrificaba un caballo blanco con el fin de asegurar la prosperidad del reino. Soltaban al corcel blanco más bello del reino en dirección nordeste. El Príncipe heredero y algunos jóvenes guerreros, debían seguir todos sus desplazamientos durante un año. Éstos debían preservar su libertad y, sobre todo, impedir que se emparejara con ninguna yegua. Encarnación del sol, su carrera era sagrada y los territorios atravesados pertenecían de oficio al soberano. Cuando transcurrido un año, el caballo volvía a su punto de partida (empujado por los jinetes) la hora de su muerte se acercaba. Este rito solar era practicado al acercarse el fin de un reinado, con el objetivo de que el soberano trasmitiera a su hijo mayor, su gloria y su territorio.
Los persas les atribuían un importante papel religioso a los caballos blancos. Los habitantes de Cilicia debían darle uno al día al rey de Persia, que era la encarnación de Mithra, el dios de la Luz y el dueño de los vastos pastos. Mithra conducía un carro tirado por cuatro caballos blancos inmortales. Los caballos blancos eran sacrificados en un culto dedicado a este Dios.
En China, se veneraba a las yeguas blancas de Kubilay Khan, nieto de Gengis Kan y el primer emperador chino, fundador de la dinastía del Yuan. En el momento de la fiesta blanca de la primavera, los allegados de Khan reunían mil yeguas y sementales de una blancura inmaculada. Cuando estas yeguas pasaban a través del país, nadie se atrevía a atravesar el camino. Acercarse era considerado como una profanación. Sólo el "hijo del cielo" y sus parientes más cercanos podían beber la leche de las yeguas sagradas.
Para el pueblo celta, los caballos blancos fueron consagrados, en particular las yeguas, como símbolos de la fertilidad. Los jefes participaban en ritos de fecundidad con yeguas blancas con el fin de aportar prosperidad a su pueblo.
En hípica existe el dicho de “que un caballo esté en San Jorge”, lo que significa que está competiendo en doma clásica a nivel San Jorge. La prueba de San Jorge comprende, entre otras cosas, cambios de pie a galope cada tres y cada cuatro trancos, las medias piruetas al galope y paso, apoyos en galope y trote.
No hay comentarios:
Publicar un comentario