Nació en el pueblo de Estepa
el ladrón José-María,
hijo de padres labriegos
que honradamente vivían.
Apenas fue mozo el niño,
ya el mozo se distinguía,
más que por lo que él valiera,
por el valor que tenía.
Taciturno, melancólico
de pura raza morisca,
era José enamorado,
generoso... y sin codicia
-¡Chito!
...jentusa! y nenguno diga
más de lo que yo le mande.
Descomensar la requisa
del coche, y a esos dos niños
no ponerles un deo ensima.
José se torna a los suyos,
que descontentos le miran,
y exclama: «-Cuatro mil duros
tengo pa ustés en la ermita.
Conque así, menos josico,
... y a galope, ¡malas tripas!
De todos soy respetado
cual si fuese un soberano
nadie se atreve en el llano
mi capricho a contrariar
Que vengan guardias civiles
que vengan carabineros
mis trabucos naranjeros
los harán escarmentar,
y no querrán más ensayo
¡a caballo!
trabucazo y a cargar.
de mi vida arrepentido...
¡Adiós, campiña de arbaca!
¡Adiós, montes de tomiyo!
¡Consuelo de mi existensia,
de mis hasañas testigos!
Para siempre os abandono
Mas, ¡ay, que al dejaros cresen
del corasón los latidos!
¡No temáis que mi memoria
pueda echaros en olvido!...
¡Y si aún yo fuera ladrón
hoy os llevara conmigo!
Poemas de diversos autores
José María Pelagio Hinojosa nació en Jauja, Córdoba, en 1806. Durante su adolescencia, en una romería, mató a un hombre por causas no esclarecidas. Unos dicen que fue por vengar la muerte de su padre, otros por vengar a su madre que fue violada por el asesinado y otros que fue por motivos amorosos. Lo cierto es que esta muerte le hace huir de la justicia y es la que le da su apodo: "El Tempranillo", debido a la temprana edad en la que cometió el crimen.
Se echa al monte empezando así su carrera de bandolero. Su fama crece como la espuma, ya que al mando de su propia partida, se dedica a robar a los ricos para ayudar a los pobres.
Estableció un tributo de paso para todo viajero que atravesara su territorio. Siempre asaltaba de día y sin utilizar la violencia y de manera cortés. Merimé escribe: “quita una sortija de la mano de una mujer diciendo: _ ¡Ah!, señora, una mano tan bella no necesita ningún adorno. Besa la mano, mientras quita la sortija del dedo, haciendo ver que para él, el beso tiene más valor que la sortija”.
Se le describe como de pequeña estatura y vigorosa constitución. Pelo negro, ojos azules y vivaces, boca grande y hermosa dentadura. La mano izquierda la tenía destrozada por un pistoletazo que él mismo se curó sin dejar de montar a caballo los veinticinco días que le duró la herida.
“¡Quién lo diría
que un rey
manda en España!
¡Quién lo diría,
cuando en la sierra
manda, José María!”
Carlos Cano
El Capitán General de Andalucía ofreció un generosa recompensa a quien entregara al Tempranillo vivo o muerto. De esta forma, cuando su mujer, Mª Jerónima Francés, estaba de parto, en el cual murió, en un cortijo de Grazalema, se vio cercado por los Migueletes. Desesperado, montó a caballo, cogiendo el cadáver de su esposa y, a su hijo recién nacido, sujeto por su faja. Así, a galope, salió entre los disparos de los Migueletes, consiguiendo escapar sin ser herido.
quinientos migueletes
y no lo pillan.
Lo buscan por Lucena
y está en Sevilla !
El diez de enero, bautizó a su hijo en la iglesia de Grazalema. Acudió allí con sus cincuenta hombres a caballo sin que ninguna Autoridad se atreviese a molestarlo, pudiendo celebrar el bautizo tranquilamente.
El rey Fernando VII, ante la imposibilidad de acabar con el Tempranillo, le ofrece el Indulto a él y a toda su banda. Este hecho se celebró en la ermita de la Virgen de la Fuensanta en Badolatosa. Todos acudieron con sus mejores galas y entregaron sus armas y caballos. De esta forma entró en la legalidad poniéndose a las órdenes del Duque de Ahumada.
Murió en 1833 en Alameda (Málaga), a manos de otro bandolero de Estepa, “El Barberillo”, que lo hirió a traición. Contaba con veintiocho años. Antes de morir recibió lo auxilios espirituales e hizo testamento a favor de su hijo. Hay que destacar que después de una vida de robos su patrimonio era escaso: dos casas, dos caballos, algunos reales prestados que nunca llegaría a cobrar, y un hijo huérfano que no contaba aún dos años de edad. Fue todo el patrimonio que legó el Rey de Sierra Morena. Seis días más tarde, un veintinueve de septiembre, moría en Madrid el Rey de España, Fernando VII.
Su figura adquirió fama más allá de Andalucía y constituyó tema para la literatura romántica y para ensalzar la figura del bandolero comprometido con los más necesitados.
Soy jefe de bandoleros
y al frente de mi partida
nada mi pecho intimida,
nada me puede arredrar.
Seguramente El Tempranillo montaría en un caballo andaluz. Raza de caballo ibérico de tipo barroco, es decir, un caballo robusto de cuello musculoso de largas crines, pero a la vez con gran agilidad. Descendientes de los caballos de combate de la E. Media, se encuentra entre las razas equinas más antiguas del mundo. En España también se le conoce comúnmente como "caballo español" y se le denomina oficialmente "Pura Raza Española” (PRE), porque se considera que el andaluz es el caballo español por antonomasia, a pesar de que existen muchas otras razas equinas españolas. Sin embargo en la mayoría de países recibe el nombre de "caballo andaluz".
Desde la antigüedad los caballos de la Bética (Andalucía en tiempo de los romanos) fueron muy apreciados en el circo romano y tuvieron gran fama en todo el Imperio. Durante la Edad Media eran famosas las yeguadas de los califas árabes como las de Alhakén y el general Almanzor.
Los reyes cristianos después de la Reconquista prohibieron cruzar caballos del norte y centro de España con los del sur estableciendo una "raya real" al sur de la cual estaba prohibido el mestizaje de los equinos para preservar la raza andaluza.
Fue Felipe II el que encargó la creación de las Caballerizas Reales de Córdoba, donde agrupó los mejores sementales y yeguas de las tierras que bordean el río Guadalquivir, siendo esta yeguada real el origen de la raza del caballo andaluz.
El caballo andaluz es fácil de montar, por lo que se utiliza como caballo de paseo. Se usa en las disciplinas de la doma clásica, doma vaquera y en el rejoneo.
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