sábado, 22 de octubre de 2011

Mahoma


Alrededor de 600 d.C., nadie sabía la gran importancia que llegarían a tener los árabes y sus caballos.
Mahoma nació en la Meca en el año  570. Allí se hizo un rico comerciante y empezó a predicar una  nueva doctrina, El Islam. Pero lo que es menos conocido es que Mahoma, según una leyenda, es también el creador de la raza de caballos árabes.
Al empezar a predicar su credo, su pueblo no lo creyó y junto a sus seguidores fue expulsado de ciudad natal, refugiándose en la ciudad de Medina. Allí, para atraer a la gente, pensó que debía contemplar dos aspectos fundamentales: el fervor religioso y la posesión de caballos veloces.
Lazlos, fue su primer caballo, regalo del gobernador de Egipto en los primeros años de la Hégira. Con él hizo su primera peregrinación real a la Meca. “Lazlos”, significa “caballo del desierto”,  Se cree que fue este animal el que hizo que Mahoma tuviera esa gran pasión y amor a los caballos y que le infundiera el pensamiento de crear una nueva raza distinta a todas las existentes y que tuvieran actitudes excepcionales. A pesar de tener a “Lazlos” Mahoma nunca abandonó a “Al Qaswá” (su camello favorito).
Dice la leyenda que para seleccionar animales  aptos para crear esta nueva raza, ordenó privar de agua a un grupo de caballos durante siete días. Cuando los dejó libres, Mahoma los llamó antes de que llegaran al lugar donde estaba el agua, sólo cinco yeguas acudieron a su llamada antes de beber. De estas cinco yeguas se dice que descienden todos los caballos árabes. Estas yeguas están presentes el multitud de leyendas, siendo una de ellas Al-Borak, que significa literalmente "rayo o estallido, blancura cegadora" fué la yegua fabulosa con la que Mahoma viajó de noche desde La Meca hasta Jerusalén y regresó al punto de origen atravesando los siete cielos.
Mahoma decía: “El diablo nunca osará entrar en una tienda donde habite un caballo árabe”.También escribió esta máxima en el Coran: “Cuantos más granos de cebada proporciones a tu caballo, más pecados te serán perdonados”.

El más hermoso y bello del mundo es el caballo árabe.
La raza árabe es la raza más pura y antigua que existe. Hay referencias artísticas de este animal, al menos 2.500 años antes de Cristo, y el lugar más relacionado con él, es el desierto. Más tarde, con las conquistas musulmanas, su raza se extendió por el resto del mundo.
El árabe es una raza de caballo que se caracteriza por su buena salud, inteligencia y belleza. Una de sus características más específica es su cabeza corta y fina y la curva arqueada de su cuello, por eso, su cruz también es redondeada y su cuerpo largo y recto. Las extremidades son largas y muy fuertes, con tendones definidos. La alzada oscila  entre 1,43 y 1,55 metros aproximadamente.

El árabe fue la especie elegida por los europeos para mejorar las razas continentales, utilizando sementales árabes cruzados con yeguas europeas.

La historia del caballo árabe parece no estar clara del todo. Aun así, todos los expertos lo ubican en las tribus de nómadas que habitaban las zonas fértiles de las altas colinas al sur del Cáucaso: persas, palestinos, sirios... ellos parecen ser los creadores de una estirpe de caballos de las más veloces del mundo. Estos pueblos criaban a sus caballos de forma muy selectiva, poniendo muchísimo cuidado en los ejemplares seleccionados. Los beduinos, iniciadores de la cría de esta estirpe, elegían líneas muy puras para salvaguardar la casta. Se seleccionaron caballos individualmente por naturaleza mansa, afectuosa, mirada llamativa y espíritu orgulloso, tal como la raza es conocida hoy por hoy.
Uno de los antepasados más representativos del caballo árabe actual fue el Koheide, que ya con esta denominación se extendió aprovechando la expansión árabe en tiempos de Mahoma. Durante la época de esplendor y conquista musulmana, este equino llegó a tierras bereberes, españolas e incluso francesas.
En la actualidad, podemos clasificar el caballo árabe en tres grandes grupos: el que procede de la parte europea de Turquía y Asía Menor, el proveniente de la región comprendida entre Damasco y el río Éufrates, y el caballo de Berbería, en el norte del continente africano.

Mitos

Según una de las tradiciones más clásicas del mundo árabe, los purasangres  descienden todos, de los caballos de Ismael, el hijo de Abraham. Dios le regaló a Ismael cien caballos, que salieron del mar y se quedaron a vivir en los alrededores de La Meca. Ismael los recogió y los guardó en un corral, los hizo criar, los domó  y montó, y, así, es el primer hombre que monta y doma el caballo. Esto lo escribe Hicham ibn Said ibn Kelbi, en "Al Kitab Nasab al Khil", publicado en el siglo IX en Bagdad,

Otra leyenda dice que todos los purasangres árabes son descendientes de Zad El Rakeb, un semental procedente de las cuadras del rey Salomón, regalado a la reina de Saba.

Más cerca de nosotros, León el Africano (nacido en Granada pocos años antes de 1492) considera que los purasangres árabes descienden de caballos salvajes, rápidos y muy ágiles, que viven en los desiertos árabes, desde Siria hasta Egipto y el norte de África, y que se empiezan a domesticar en tiempos de Ismael.

Luego está la leyenda de las cinco yeguas de Mahoma, que produce las grandes familias dentro de la raza pura.

Una leyenda beduina afirma que Allah creó el desierto, el viento del sur y el caballo, animal que tiene la facultad de volar sin alas.

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