domingo, 6 de noviembre de 2011

Ulises y el caballo de Troya



Aunque en ningún pasaje de la Ilíada o  de la Odisea se mencione a Ulises como jinete, ni siquiera como usuario de carros de combate, su nombre está irremisiblemente unido al caballo.

Ulises u Odiseo, como era conocido por los griegos, era rey de Ítaca, una pequeña isla griega. Vivía feliz, con su joven esposa Penélope y su hijo recién nacido Telémaco, cuando tuvo que atender  la llamada del rey Agamenón para acudir a una guerra contra Troya y vengar una supuesta infamia.
Ulises dejó su hogar y su familia muy a su pesar y, durante todo el tiempo  que estuvo fuera, unos 20 años, no dejó en ningún momento de anhelar el regreso. Por ello y, deseando acabar con una guerra que duraba ya casi diez años, urdió una estratagema que terminara con ella.
La estatua en forma de un caballo de madera de abeto construida por el eximio artista, el feocio Epeo, el mejor carpintero de la guerra, tenía una escotilla escondida en el flanco derecho; y en el izquierdo, tenía grabada la frase: «Con la agradecida esperanza de un retorno seguro a sus casas después de una ausencia de nueve años, los griegos dedican esta ofrenda a Atenea». 
El haber escogido la forma de un caballo no fue cosa casual, pues a los troyanos se les conocía por el sobrenombre de “domadores de caballos”, estos animales corrían en manadas por las llanuras cercanas a Troya y sus habitantes se habían especializado en su doma y manejo.


Este artilugio permitió al héroe griego Ulises y a Menelao, además de 39 escogidos guerreros, esconderse en su vientre hueco. La artimaña contemplaba dejar solo un hombre junto a la estatua simulando haber sido abandonado, mientras las tropas griegas embarcaban y la flota ponía rumbo a mar abierto. Interrogado éste, de nombre Sinón, siguiendo el plan, dijo que el caballo de madera fue un regalo de los dioses al pueblo griego y que éstos desilusionados por no haber ganado la guerra, pensaron que los dioses los habían traicionado y deseaban que fueran los vencedores los troyanos y, por ello, dejaron el caballo en las puertas de la ciudadela.
Los troyanos, muy temerosos de los dioses creyeron que esta era una señal positiva y decidieron conservar esta sublime creación, para lo cual abrieron un boquete en las fortificadas murallas que rodeaban la ciudad.
Casandra,  hija del rey Príamo y portadora del don de la profecía, se opuso a la introducción del caballo en la ciudad, ya que sabía que ese sería el fin de Troya, pero no fue escuchada ya que el dios Apolo, que le había dado el don de la clarividencia, luego la maldijo para que nadie la creyera, pues ella no había cumplido la ofrenda que le había hecho al pedírselo.
Los troyanos esa noche celebraron la victoria pero Sinón, aprovechó para abrir la escotilla del caballo de madera y Ulises y sus soldados pudieron abrir las puertas de la fortaleza dejando entrar a las fuerzas griegas que habían regresado para conquistarla definitivamente  y  masacrar a los troyanos.

La historia del caballo no aparece en la Ilíada, sino en otros textos como en la Odisea:
 

Relato de Menelao:
Pero nunca vi yo con mis ojos a ningún otro con un corazón igual al del sufrido Odiseo. ¡Cómo actuó y aguantó el recio varón en el pulido caballo donde estábamos los mejores de los argivos!
Homero, Odisea

Ulises hace relatar al aedo Demódoco ante a los feacios las peripecias sufridas por él:
—¡Demódoco! Yo te alabo más que a otro mortal cualquiera, pues deben de haberte enseñado la Musa, hija de Zeus, o el mismo Apolo, a juzgar por lo primorosamente que cantas el azar de los aqueos y todo lo que llevaron a cabo, padecieron y soportaron como si tú en persona lo hubieras visto o se lo hubieses oído referir a alguno de ellos. Mas, ea, pasa a otro asunto y canta como estaba dispuesto el caballo de madera construido por  Epeo con la ayuda de Atenea; máquina engañosa que el divino  Odiseo llevó a la acrópolis, después de llenarla con los guerreros que arruinaron a Troya. Si esto lo cuentas como se debe, yo diré a todos los hombres que una deidad benévola te concedió el divino canto.
Homero, Odisea 
 
La ciudad histórica de Troya habitada desde el Tercer milenio antes de Cristo,  se situaba cerca de la provincia TurKa de  Canakkale, y esta zona al sur del Cáucaso,  es una de las cunas de los célebres caballos árabes. ¿No serían los antiguos troyanos los primeros domadores de los caballos árabes? Por imaginar que no quede…

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