Ángel Peralta Pineda es un
rejoneador español que nació en La Puebla del Río, Sevilla, el 18 de
marzo de 1926 y según cuentan, aprendió a montar a caballo antes que a andar y,
hoy, a los ochenta y tantos años, según firma, vuelve a costarle más andar por las
lesiones que tiene en una pierna, que montar a caballo, lo que sigue haciendo
en su quehacer diario y en exhibiciones ecuestres por todos los países del
mundo.
Desde pequeño su
mundo fue el caballo y el toro, de hecho trabajó en la finca de su padre, como
peón en los veranos, por lo que estos dos seres fueron convirtiéndose en los
pilares de su vida a medida que el muchacho crecía. También fue esta ocupación
vacacional la que hizo que pudiera comprarse su primer caballo, “Aviador”, que
le costó, una verdadera fortuna, 1500 pesetas de la época.
La
idea de hacerse rejoneador, le vino más como un reto, pues al escuchar comentario
sobre que rejonear era “solo” lancear un toro”, él contestó que, si solo era
eso, él podía hacerlo. Sus primeros toros los lidió sin cabezada en el corcel, algo que complicaba seriamente la lidia pues no se
tiene el dominio total del caballo. Su debut lo realiza en la plaza de toros de
La Pañoleta en Sevilla, un 19 de febrero de 1945, con su caballo "Favorito", con apenas 19 años y tres años más tarde lo
hace en Madrid. La época dorada de su carrera artística se da entre los años 60
y 70, encabezando el escalafón de los caballeros en plaza.
Como rejoneador, la historia de Ángel Peralta podría llenar varios
volúmenes, pues el arte del rejoneo se hizo grande con él. Podemos afirmar que
algunas de las suertes más vistosas y difíciles de este arte, son invenciones
suyas como la suerte de poner banderillas a dos manos, o al quiebro por la
izquierda, algo muy complicado y que gracias a su empeño consiguió, llegándose a
convertir en una de las suertes más valoradas por el aficionado. Otra es la muy
conocida suerte de la rosa. La invención de esta suerte
Peralta, la explica de forma poética cuando dice:
"En
una corrida en Sevilla, una mujer muy bella, que se asustó cuando el toro
estuvo a punto de cogerme, arrojó una flor para hacerme el quite. Era una rosa
que cayó en la arena, entre el toro y yo, una rosa que llevaba clavada en el
pecho. Entonces yo me tiré del caballo, até la flor a una banderilla corta y le
brindé la suerte:
¡Para
que no se asusten
en
la plaza las hermosas,
a
los toros, las heridas,
se
las cubriré de rosas!".
Pero Ángel Peralta es
mucho más que un excelente rejoneador pues su espíritu artístico también se
muestra en sus escritos poéticos y en sus pensamientos. Empezó haciendo sevillanas, más tarde décimas y sonetos, pero lo que más le gusta son las “cabriolas”,
como él mismo llama sus pensamientos. Con ellos ha publicado varios libros.
·
Torear es engañar al toro sin mentir.
·
El torero lía su miedo en el capote de paseo.
·
El caballo, para mí, es parte del arte de torear. En
la plaza hay tres voluntades cuando no hay armonía, la del caballo, la del hombre
y la del toro. Para que se produzca arte, hace falta armonizar esas tres
voluntades, fundiendo dos en una y formando el centauro, que forman una sola
pieza. Prueba de ello es que cuando el hombre domina el caballo, éste lo dirige
como si moviera un brazo o una pierna. Sin darse uno cuenta, le manda al
caballo a través de las espuelas, del contacto o con la boca.
En un poema dedicado a sus dos pasiones, el caballo y el toro, relata cómo
surgió el rejoneo así cuenta que un potro y un becerrito nacieron juntos en las
marismas y, desde pequeños, su afán de liderazgo les llevó entre juegos a
medirse por ser el jefe del cercado, por ver quien pastaba en las mejores
hierbas primero, quién debía comer el pienso y beber el agua del arroyo antes
que el otro. Así surgió el rejoneo, por la competencia entre caballo y toro por
ser el líder de la dehesa marismeña.
Es menos
conocida la faceta de Ángel Peralta como inventor de artilugios destinados a mejorar
la vida de sus caballos como el cajón de curas que destinó a sus cabalgaduras y
más importante fue aquella mesa de operaciones que ideó tras sufrir una cornada
uno de sus caballos toreros y, con el
tiempo, con la inquietud y decisión que siempre ha tenido, aprendió a manejar
con soltura el bisturí.
Alguno de sus caballos preferidos han sido dos
yeguas buenísimas, que se llamaron "Mejicana" y "Bruja" y caballos nos cómo "Gaviota", "Jabato" y
"Príncipe" y sobre todo "Ingenioso".
Su amor a los caballos podemos verlo reflejado en
esta frase;
“Como pasamos
muchas horas con los caballos, llega el momento en que dejamos de considerarlos
como animales y los vemos como algo de nuestra familia. A esos animales, que no
solo han compartido el triunfo con nosotros, sino que nos han salvado muchas
veces del peligro, les debemos la vida. Para nosotros, cuando ellos mueren...
es un desgarro en el corazón... como si muriera alguien de nuestra familia”.
Muchos
años han sido de verdadero sacrificio y entrega con el único objetivo de la
superación diaria. Ahora en su nueva faceta como ganadero de reses bravas, Ángel Peralta, junto con su hermano
Rafael, también extraordinario rejoneador, han logrado triunfar plenamente en el difícil
mundo de la ganadería.
Galopaba tras el toro
con la garrocha en la mano
de pronto se me embrocó
y ante el medio de aquel
llano a mi caballo mató.
con la garrocha en la mano
de pronto se me embrocó
y ante el medio de aquel
llano a mi caballo mató.
Aún salvarle quería
con una herida mortal
a caerse resistía
para poderme salvar
del toro que nos seguía.
Con un relincho de pena,
me dijo su último adiós
sólo a mí me consoló
saber que a la jaca buena
también se la lleva Dios."
Fragmento
de un poema de A. Peralta
La suerte del rejoneo
Es suerte muy
antigua que hace espectáculo de la lucha ancestral del hombre, con ayuda del
caballo, y el toro. Es la tradición mantenida en España y Portugal de una
tauromaquia que desde las primeras civilizaciones Micénicas se dieron en la
cuenca del Mediterráneo. Tiene su continuidad en España en las prácticas
caballerescas del siglo XVI, más que en la suerte de la lanzada a caballo, en
el empleo del garrochón, un tipo de rejón usado por los nobles en los siglos
XVI y XVII. El primer caballero cuya fama ha llegado a nuestros días fue don
Pero Ponce de León, que alanceaba toros en la corte del emperador Carlos V En España el rejoneo tuvo su apogeo en el
siglo XVII, pero durante el siglo XVIII
se llegó incluso a prohibir, quedando restringido a las prácticas camperas, de
las que nunca ha desaparecido, y del que más tarde ha adoptado la vestimenta
del caballero y los arreos de las monturas. Es Antonio Cañero un capitán de
Caballería, perteneciente a una familia de gran tradición ecuestre que, por
primera vez en 1921, en el transcurso de una corrida, efectúo una lidia a
caballo a imagen y semejanza de la protagonizada por matadores, es decir,
dividida en tres tercios; rejones de castigo, banderillas y rejón de muerte,
aunque este último fue sustituido a veces por la muleta y el estoque. Terminada
Guerra Civil española, con la aparición de Álvaro Domecq Díez, el rejoneo
alcanza su primera perfección técnica y artística en la que le siguen otros
caballeros en plaza y, destacando, Ángel Peralta.
El caballo del rejoneador debe ser fuerte y armonioso, alto de cruz, ancho de pecho. Asimismo ha de tener el ojo vivo, el cuello largo y naturalmente arqueado, la grupa prolongada y poderosa. Por otra parte se le exige brío y buenos reflejos para seguir espontánea¬mente las órdenes recibidas y sortear así las acometidas del toro. Suave y ágil de movimientos, efectuará en caso de ataque, a requerimiento del jinete, los movimientos de reacción necesarios para rebasar a la res. Su docilidad será perfecta para que, en el caso de ser golpeado o herido por el toro, no pueda exponer a su jinete a una sacudida brusca y peligrosa. Por último, debe ser capaz de conservar en toda circunstancia la ele¬gancia indispensable que contribuye a hacer del toreo a caballo la obra de arte.
Los caballos españoles, por su morfología y su carácter, son los que poseen en más alto grado las cualidades exigidas; pero tienen un defecto: les falta velocidad. Por esto, sobre todo al comienzo de la lidia, en los momentos en que el toro acomete con mayor rapidez, se pueden emplear caballos cruzados. El cruce que hasta el presente ha dado mejores resultados es el de cinco octavos de sangre inglesa, dos de española y uno de árabe. También se utilizan pura sangres.
El caballo del rejoneador debe ser fuerte y armonioso, alto de cruz, ancho de pecho. Asimismo ha de tener el ojo vivo, el cuello largo y naturalmente arqueado, la grupa prolongada y poderosa. Por otra parte se le exige brío y buenos reflejos para seguir espontánea¬mente las órdenes recibidas y sortear así las acometidas del toro. Suave y ágil de movimientos, efectuará en caso de ataque, a requerimiento del jinete, los movimientos de reacción necesarios para rebasar a la res. Su docilidad será perfecta para que, en el caso de ser golpeado o herido por el toro, no pueda exponer a su jinete a una sacudida brusca y peligrosa. Por último, debe ser capaz de conservar en toda circunstancia la ele¬gancia indispensable que contribuye a hacer del toreo a caballo la obra de arte.
Los caballos españoles, por su morfología y su carácter, son los que poseen en más alto grado las cualidades exigidas; pero tienen un defecto: les falta velocidad. Por esto, sobre todo al comienzo de la lidia, en los momentos en que el toro acomete con mayor rapidez, se pueden emplear caballos cruzados. El cruce que hasta el presente ha dado mejores resultados es el de cinco octavos de sangre inglesa, dos de española y uno de árabe. También se utilizan pura sangres.
Las principales suertes del rejoneo moderno son:
*Al estribo, que consiste en clavar el
rejón en el momento en que el toro mete la cabeza para derrotar en el estribo.
*A silla pasada, cuando se clava el rejón
en el momento en que el toro tira la cabezada en la región del anca del equino.
*A la grupa, en que se clava el hierro al
tirar la cabezada el toro a la grupa del caballo.
*De de frente, cuando el
rejoneador cita de frente y parte hacia el toro al mismo tiempo que este se
arranca, ladeando el caballo y clavando al estribo.
*Al sesgo: suerte que se usa con los toros sin movilidad y que consiste en ir el rejoneador paralelo a las tablas,
encontrándose el toro perpendicular a ellas y mirando hacia el terreno de fuera
y, cuando llega a jurisdicción, poner el hierro, generalmente, a silla pasada.
*De poder a poder, es igual que la suerte
de banderillas de este nombre en el toreo de a pie, clavando al estribo.
*De cara recibiendo, espera el rejoneador
de frente al toro, y cuando llega a jurisdicción, quiebra el caballo y se clava
el rejón.
*A la media vuelta: lo mismo que en la
suerte de banderillas del toreo a pie que lleva este nombre.
*De tira: es una variante de la suerte de frente, en que el caballero marcha abriendo el caballo hacia su
izquierda, volviéndose hacia su derecha al llegar a jurisdicción, para quedar
frente al toro y clavar al estribo.
*A porta gayola, que ejecutaba Cañero
situándose a la puerta del toril, y cuando salía el toro, lo citaba y lo
llevaba hasta el centro del redondel y allí clavaba el rejón en el toro.
Famoso salto de A. Peralta con su caballo "Discutido"
En memoria de mi abuelo Don José Hidalgo, gran
aficionado al mundo del toro y admirador de Don Ángel Peralta.
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