jueves, 29 de diciembre de 2011

Caballo Loco



"...Todo el mundo le amaba. Sus ojos atravesaban las cosas. Cuando el pueblo se dolía de hambre, dejaba de comer. Era un gran hombre. No pudieron matarle en el campo de batalla. No tenía más que unos treinta años cuando murió".
 Alce Negro


Tasunka Witko literalmente  "Su caballo es loco" o Caballo Loco, era el jefe de los Siux Oglala, una tribu indígena de América, notable por el valor de sus guerreros en las batallas. Nació en 1845 en la actual Dakota Sur, al este de Paha Sapa, las Colinas Negras. Era el hijo de un curandero oglala del mismo nombre. Su madre murió cuando él era un niño, y el padre tomó a la hermana de su madre como esposa y, ella fue la que le ayudó a criar a Caballo Loco.
Antes de que él cumpliese 12 años, ya había matado un búfalo y su padre le había dado su caballo propio. La habilidad que tenía para montar potros salvajes fue memorable. Su nombre de nacimiento era Rizado debido a su cabellera de color parda y rizada. Más tarde cambió este nombre por "Su caballo queda a la vista", por soñar con un caballo, nombre que volvería cambiar antes de los 20 años por el de su padre, Caballo Loco, siendo el tercero en llevarlo.

El nombre de los indios variaba a lo largo de su vida a medida que su portador trazaba el camino que lo definía como persona. A los indios les parecía inconcebible que alguien tuviera que mantener la identidad, un nombre, una personalidad fija, con independencia de los profundos cambios que se producen a lo largo de la existencia.
Presenció la batalla contra Grattan, y más tarde la destrucción del poblado sioux por parte del general William Harney; experiencias que le ayudaron a formar su actitud frente a los blancos
Con 16 años participó por primera vez en una incursión como guerrero. La incursión tuvo éxito, pero Caballo Loco recibió una herida en la pierna. Condujo su primera guerra antes de cumplir los veinte años y llegó a ser muy conocido entre las bandas sioux por su coraje en la guerra de Nube Roja y por su papel clave en la destrucción de la brigada de Fetterman en Fuerte Phil Kearny, todo entre 1865 y 1968. Pero su reputación no solo la ganó por el valor en la batalla sino también por su fiera determinación en preservar la forma de vida tradicional de su gente. Se negó, por ejemplo, a permitir que se le tomase cualquier fotografía. Peleó para impedir la invasión Estadounidense en las tierras Lakota contra hombres enviados por Custer a las Colinas Negras en 1873.


"Porqué si no, si se queda el rostro pálido y acaba con todo para satisfacer su ambición... ¿Qué lluvia nos agradecerá nuestras danzas si no hay árboles? ¿Qué búfalo esperará nuestra caza si no existen? ¿Qué agua pura tendremos si el cara blanca la usa para sus empresas? ¿Con qué espíritu de criatura viviente nos complaceremos si no existen? Como confiar en aquel que coloca carteles donde dice paz a todos los hombres de buena voluntad, y luego extermina a mi raza sin compasión..."


Después del tratado de 1868 de Nube Roja en Fuerte Laramie, se acordó el traslado de los indios a una reserva, entonces Caballo Loco organizó la resistencia. Se alió con los cheyennes, por su matrimonio con una cheyenne, y reunió más de 1200 seguidores oglalas y cheyennes que atacaron a Crook el 17 de junio de 1876, en la guerra batalla de Rosebud.  Después de esta victoria, Caballo Loco unió sus fuerzas a las de Toro Sentado y el 25 de junio de 1876, en la batalla de Little Bighorn, Caballo Loco condujo el ataque victorioso sobre los hombres de Custer desde el norte y oeste, mientras guerreros del jefe Gall atacaban desde el sur y oeste. Tras la victoria Toro Sentado y el jefe Gall se retiraron a Canadá, pero Caballo Loco permaneció. La presión del ejército estadounidense obligó a Caballo Loco a rendirse, siendo confinado en Fort Robinson. Haciendo caso a rumores infundados sobre que Caballo Loco planeaba una rebelión, el general Crook ordenó su arresto, aprovechando que había abandonado el fuerte para llevar a su esposa enferma junto a sus padres. Se presentó en el Fuerte el 5 de septiembre de 1877. Se resistió a ser arrestado y un soldado le atravesó con su bayoneta. Caballo Loco murió esa noche. Era el 5 de septiembre de 1877.


"Sus padres trajeron su cadáver y lo pusieron en una caja. Vi a los dos ancianos yendo solos con el cadáver de su hijo. Nadie los siguió. Se fueron solos y aún los veo marchar. Jamás describieron el sitio al que llevaron el cuerpo de su hijo. Nadie sabe hoy dónde reposa. No importa dónde repose su cuerpo, pues es hierba; pero será bueno estar donde su espíritu se halle".
Algunas de sus citas verificadas son:
  • "Nadie vende la tierra sobre la que caminamos".
  • "Ustedes, hombres blancos, trabajan si lo desean. Nosotros no los interrumpimos, y siempre dicen: ¿por qué no se civilizan? ¡No queremos vuestra civilización! Viviremos como lo hicieron nuestros padres, y como los padres de ellos lo hicieron antes".
A partir de entonces el nombre de Caballo Loco se ha convertido en sinónimo de libertad y resistencia contra la usurpación.


Actualmente existe un monumento dedicado a Caballo Loco en sus tierras de Dakota. Este monumento que es considerado el más grande del mundo, lo proyectó y  comenzó Korczak Ziolkowski hace 50 años, aunque aún no está terminado. Su rostro de 26,7 m. de altura y 18 de anchura, labrado en la roca viva, tiene mirada templada y valerosa, y parece observar desde la altura, como haciendo alusión a aquel relato de la respuesta que dio Caballo Loco a un comerciante cuando le dijo:
_ "Eres un cabezota por no quererte mudar a la reserva con tus hermanos ¿dónde están tus tierras ahora?".
El jefe miró al horizonte, y señalando con el dedo por encima de la cabeza de su caballo pinto, contestó con orgullo de guerrero:
_ "Mis tierras están donde yacen mis muertos".


Cultura del caballo en las tribus nativas de Estados Unidos

Se conoce como cultura del caballo en las tribus nativas de Estados Unidos  al estilo de vida desarrollado por los indios americanos de las grandes llanuras  tras la introducción del  caballo a sus actividades cotidianas, aproximadamente desde el siglo XVII hasta mediados del XIX. La crianza de este animal indujo cambios significativos en sus hábitos de cacería, de movilización y bélicos ya que prácticamente todas las tribus adoptaron el uso de este animal.



La adopción del caballo en las actividades diarias de estos pueblos se dio poco a poco. Con la presencia de los españoles en la zona de Nuevo Méjico eran muchos los rancheros que poseían este animal, pero a los nativos les estaba prohibido montar en ellos y, sobre todo,  poseerlos. Además, y al principio, muchos les tenían terror, aunque poco a poco aprendieron a convivir con ellos.

 Desde el siglo XVII diversos conflictos provocaron su adquisición, al mismo tiempo, que se intensificó el trueque de armas por pieles por franceses e ingleses y con ello la introducción del caballo en las tierras indias pues los blancos los llevaron consigo. Con la rebelión de 1680 muchos caballos fueron dejados a disposición de los nativos.  Particularmente los comanches serían considerados entre los más destacados jinetes. Un dicho en Texas era:

El hombre blanco anda en el mustang hasta cansarlo, el mexicano lo montará un día y otro día hasta que considere que esté agotado, el comanche lo llevará consigo a cualquier lugar que vaya.

Pero fueron los Dakotas y los Sioux los primeros en utilizar al caballo en la cacería del búfalo. Con los caballos (llamados usualmente por las tribus indias ponéis), los cazadores podían obtener el doble de lo que usualmente obtenían a pie.  A medida que esto se fue popularizando algunas etnias abandonaron sus hábitos sedentarios y se volvieron nómadas para seguir a las manadas. La importancia de la caza del bisonte suponía para los indios abundancia de carne, de pieles para las ropas y los tipis e incluso, la fabricación de utensilios con los huesos y los cuernos, luego el caballo era la prosperidad para la tribu. . Su propiedad era signo de prestigio y de poder dentro de una tribu, también facilitaba el número de mujeres alrededor del dueño. A la vez, algunas cantidades eran prestadas a otros pueblos vecinos para la caza del búfalo como signo de generosidad.

Cuando a mediados del siglo XIX, las tribus indias quedaron confinadas en reservas, la relación de los indios con este animal se convirtió en parte del romanticismo del viejo oeste estadounidense.

 

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