domingo, 25 de marzo de 2012

Tatanka Yotaka (Toro Sentado)




Tatanka Yotaka, en realidad “Búffalo que se sienta” y no Toro Sentado, nació en torno al 1834 en la región del Gran Río, hoy Dakota del Sur, convirtiéndose en jefe a la edad de treinta y tres años. Era un Sioux Hunkpapa, una línea Sioux, nómada y belicosa.

Desde joven ganó fama por sus gestas, lo cual lo convirtió en uno de los más importantes líderes sioux. Siempre fue un firme defensor de las antiguas costumbres, hecho que se acrecentó durante la lucha de su pueblo contra la invasión estadounidense. Por ello siempre fue respetado por los indígenas por su coraje y sabiduría y desde 1867, en que se convirtió en jefe de los siux, lideró en la resistencia a los intentos del gobierno de Estados Unidos de anexionar sus tierras.
Toro Sentado siempre manifestó una clara oposición a ceder parte de sus tierras a los blancos y aún más a vivir en reservas, pero a mediados de los años setenta aceptó llegar a un acuerdo que mantuviera en manos de los sioux, al menos,  las denominadas Colinas Negras, un territorio sagrado donde reposaban los restos de los antepasados. La paz iba a durar poco, ya que se descubrió oro en dichas Colinas Negras, las cuales se encontraban en el centro del territorio sioux. Esto atrajo a un sin número de buscadores, lo que unido a las continuas incursiones sioux contra otras tribus o contra los constructores del ferrocarril, movió al gobierno de Estados Unidos a realizar una operación de castigo en 1876. En esta situación, Toro Sentado dio muestras de ser un verdadero líder y consiguió la alianza de varios jefes sioux y cheyenes, como Caballo Loco, Agalla y Águila Moteada.

Indios sioux a finales del siglo XIX
Los indios se encontraban reunidos en un gigantesco campamento en Little Big Horn. Toro Sentado, jefe de guerra y jefe espiritual, tuvo una visión en la que vio a los soldados blancos vencidos en el enfrentamiento que se avecinaba. Cuando fueron atacados una semana después por el Séptimo Regimiento de Caballería del general Custer, Toro Sentado encabezó la respuesta con un ejército de más de 3000 indios. Se dice que respondieron con tanta energía como ferocidad que consiguieron aniquilar a todo el regimiento. En términos militares, la derrota tuvo poca importancia pero se utilizó como excelente arma política para justificar una guerra total contra los sioux. Por aquel entonces Toro Sentado contaba unos 45 años, era aún un hombre alto y vigoroso, de poderosa cabeza, nariz aguileña y con marcas de viruela. Sus movimientos eran lentos y ceremoniosos y cojeaba del pie izquierdo debido a una antigua herida

Tatanka Yotaka

Contra lo que suele afirmarse, Toro Sentado no habría participado en la batalla pero, perseguido por las tropas de Estados Unidos, meses después de la victoria, él y su tribu, fueron obligados por el ejército norteamericano a abandonar los Estados y a huir hasta el Canadá donde el gobierno de la reina Victoria les ofreció refugio. Se instalaron en la región montañosa de Saskatchewan, en la que permanecieron hasta el 19 de julio de 1881, cuando el hambre y el frío forzaron a Toro Sentado, a su familia, y a cerca de 200 Sioux a regresar a los Estados Unidos. Regresó a la reserva pero no tardó en manifestarse contrario a los colonos que con argucias estaban comprando tierras a los indios. Para evitar un levantamiento, las autoridades de la reserva propiciaron la salida de Toro Sentado para que participara en el espectáculo del 'Salvaje Oeste' de Búffalo Bill, con el que recorrió el país, ganando 50 dólares por semana. Toro Sentado permaneció en el espectáculo durante cuatro meses antes de regresar a la reserva. Durante ese tiempo, el público comenzó a considerarlo como una celebridad y un romántico guerrero. Ganó una pequeña fortuna autografiando fotografías, aunque a menudo dio su dinero a los indios sin hogar y mendigos.

La incorporación al espectáculo de Búffalo Bill se trató de una solución momentánea porque en 1889 Toro Sentado volvió a la reserva. No pudo hacerlo en un peor momento, pues un falso profeta llamado Wovoka enardecía por esas fechas los ánimos de los sioux afirmando que Jesús se le había aparecido y que no tenía la piel blanca sino cobriza. Para lograr su ayuda y conseguir la resurrección de todos los sioux muertos bastaría con que todos bailaran la Danza de los Espíritus. Toro Sentado se oponía a Wovoka y como las autoridades de la reserva conocían el prestigio del jefe sioux, decidieron evitar la posibilidad de que provocara una sublevación.


Tatanka Yotaka

La mañana del 15 de diciembre de 1890 una fuerza de cuarenta policías indígenas se dirigió hacia la cabaña de Toro Sentado con la intención de detenerlo. Lo sacaron de su vivienda, desnudo y a empujones, y le ordenaron que los siguiera. Toro Sentado se mostró dispuesto a acompañarlos pero pidió llevar consigo algunos enseres, una petición a la que accedieron los agentes. Él comenzó a recoger todo lentamente para que un número considerable de indígenas se fuera acercando hasta el lugar y rodeara a los policías. Parece ser que lo que sucedió a continuación fue un altercado que se convirtió en una verdadera batalla, al término del cual había catorce muertos, de los que seis eran agentes de la policía indígena y por supuesto, el propio Toro Sentado .

Toro Sentado pasó su vida defendiendo la cultura indígena que la que, en breves pinceladas, podemos destacar sus creencias sobre:

 

§  La Muerte: La actitud del Indio hacia la muerte era enteramente compatible con su carácter y filosofía. Él indio no temía la muerte; la encaraba con perfecta calma, buscando sólo un fin honorable como último regalo para su familia y sus descendientes. Morir con dignidad enaltecía a la persona y a la familia. Por otro lado, consideraría una desgracia ser asesinado en una reyerta particular. Si uno se estaba muriendo en casa, era costumbre llevar su cama al exterior conforme se acerca el fin, para que su espíritu pudiera marcharse bajo el cielo abierto. Muchos indios creían que uno podía nacer más de una vez, y había algunos que afirmaban tener pleno conocimiento de una encarnación pasada.

§  La Medicina: No cabe duda que el Indio consideraba la medicina algo muy cercano a las cosas espirituales. Sus médicos, eran muy hábiles. Utilizaban únicamente cortezas, raíces y hojas curativas con cuyas propiedades estaban familiarizados, usándolas en forma de destilación o té y siempre individualmente. El baño de estómago fue uno de sus valiosos descubrimientos, y el baño de vapor se usaba con frecuencia. El indio podía reparar un hueso roto con bastante éxito, pero nunca practicaba la cirugía. Además, el curandero poseía una autoridad psicológica,  por lo que a menudo buscaba restablecer el equilibrio de su paciente mediante su influencia. La palabra Sioux para el arte de curar es “wapiya”, que literalmente significa “reajustar” o “renovar”. Es importante recordar que, antiguamente, el curandero no recibía pago alguno por sus servicios, que por naturaleza eran una función o un cargo honorable.

§  El Matrimonio: No había una ceremonia religiosa ligada al matrimonio, aunque por otro lado la relación entre un hombre y una mujer era considerada misteriosa y sagrada. Se creía que dos que se aman deben unirse en secreto antes del reconocimiento público de su unión. Era costumbre que la joven pareja desapareciera en la espesura, pasando ahí algunos días o semanas en soledad, regresando después al campamento como marido y mujer. Por lo general, a esto seguía un intercambio de regalos y entretenimientos entre las dos familias.

§  La Mujer: En ellas perpetuaban la pureza de sangre. Por ello, la esposa no tomaba el nombre de su marido ni entraba en su clan. Los hijos pertenecían al clan de la madre. Ella guardaba todas las propiedades de la familia, la descendencia se marcaba en la línea materna, y el honor de la casa estaba en sus manos. La mujer debía ser modesta; de ahí que las mujeres jóvenes eran silenciosas y retraídas. Pero la mujer que alcanzaba la madurez y sabiduría, o que hubiera mostrado una valentía notable en alguna emergencia, a veces era invitada a ser parte del consejo.

§  Los Nombres: Los nombres Indios eran apodos característicos otorgados; o eran  nombres de hazañas o de nacimiento; o bien tenían significado religioso y simbólico. Se ha dicho que cuando nacía un niño, algún accidente o aspecto inusual determinaba su nombre. Un hombre de carácter vigoroso, con buenos antecedentes de guerra, por lo general lleva el nombre del búfalo o del oso, del relámpago o de alguna fuerza natural temida. Otro de naturaleza más pacífica tendría un nombre de la parte menos salvaje de la naturaleza. El nombre de una mujer por lo general sugería algo en relación al hogar, a menudo con el adjetivo guapa, una terminación femenina. Los nombres de cualquier dignidad o importancia deben ser conferidos por los ancianos, y especialmente si tienen significado espiritual, tales nombres a veces eran portados por tres generaciones, pero cada individuo debía probar que lo merecía.

§  La Guerra: Nunca había deseo por el engrandecimiento territorial o el derrocamiento de una nación hermana. El hombre que mataba a otro en batalla tenía que guardar luto durante treinta días, pintando su cara de negro y soltándose el cabello, según la costumbre. Por supuesto que él no consideraba pecado el arrebatar la vida de un enemigo, y este luto ceremonial era en señal de reverencia por el espíritu difunto. Las crueldades injustificables y las costumbres más bárbaras de guerra se intensificaron de manera considerable con la llegada del hombre blanco, encendiendo las peores pasiones del indio, provocando en él sentimientos de venganza y codicia. El asesinato dentro de la tribu era una ofensa grave, y a menudo sucedía que el asesino fuese convocado a pagar la pena con su propia vida.

En el año 2007, se produjo una sorprendente noticia en la que se afirmaba que los indígenas americanos de la tribu de los  Lakota (el verdadero nombre de los Sioux), habían roto los tratados que firmaron hace 150 años con los Estados Unidos. El país recién establecido, y que incluye partes de Nebraska, Wyoming, Montana y las dos Dakotas, acogería a todos aquellos que quieran renegar de la ciudadanía estadounidense.


Caballo Appaloosa
Actualmente nadie consigue imaginar la vida de los indios sin sus caballos, recorriendo las extensas llanuras de Norteamérica, caballos pintos de los que los de la raza Appaloosa pueden ser sus descendientes.
La historia contempla, que los primeros caballos moteados vinieron de la mano de los nuevos conquistadores españoles al continente americano, en el año 1600. Pero no fue hasta el 1800 y mediante los robos de caballos a los asentamientos españoles o como trofeos tras las batallas y la captura de caballos en libertad en los estados de Oregón, Idaho y Washington , que una de las tribus que vivían como nómadas en estos estados, los Nez Percé, empezaron a seleccionar a aquellos caballos que caían en sus manos y actuaron como criadores de los de capa moteada por su originalidad en el colorido, siendo su líder al gran jefe Joseph que  luchó durante largo tiempo con las tropas blancas americanas. Esta tribu valoraba su riqueza según el número de caballos poseídos y por ese motivo, los Nez Percé, desarrollaron una línea de caballo de silla, de capa moteada, ágil, veloz y con gran capacidad de resistencia. Para comerciar con estos caballos llegaban hasta la actual Dakota del Sur entablando relaciones comerciales con las tribus más ricas de esas zonas. En 1871 esta tribu es derrotada por las tropas de USA y tienen que huir a Canadá, quedando gran parte de sus posesiones en manos de dichas tropas y, entre estos bienes, los caballos moteados. Estos caballos no eran bien vistos por el hombre blanco por ser  “caballos de los indios”, así que los sementales apresados fueron castrados y tan solo sobrevivieron aquellos que quedaron en libertad tras haber huido del combate.
Caballo Appaloosa Leopardo
Los hombres blancos llamaron a este caballo "a Palouse Horse" dado que se criaron cerca de un río en esa región llamado Palouse, pero más tarde, todos conocieron al caballo moteado como Appaloosa.
Las características más notables de esta raza, son sin duda, su capa de color moteado, su esclerótica blanca y muy visible, la piel moteada alrededor de sus genitales, ojos y nariz, cascos normalmente pequeños y rayados, cola y crin poco espesa, de cuerpo atlético y resistente.
Según  sus manchas se les denomina de la siguiente forma:
  • Blanket : Grupa blanca con manchas con moteado.
  • Snowcup : Grupa blanca sin moteado
  • Leopardo: Blanco con mucho moteado o prácticamente blanco con poco moteado.
  • Nevado: Moteado de blanco por todo el cuerpo
  • Mármol: Pelo blanco difuminado por todo el cuerpo. (Color grisáceo)
En la actualidad el Appaloosa tiene un reconocimiento internacional como raza, contando con más de medio millón de ejemplares. En cuanto a su temperamento deberíamos destacar su nobleza e inteligencia.  Su altura a la cruz oscila entre el 1'50 cm y el 1'63 cm, teniendo talla más pequeña los Appaloosa de línea Quater y más altos y de cascos más grandes, los de línea s fundation, que son más similares a los creados por los nativos Nez Percé.

No hay comentarios:

Publicar un comentario