domingo, 29 de abril de 2012

El emperador Marco Aurelio








Marco Aurelio fue uno de los emperadores de la dinastía de los Antoninos y gobernó Roma entre los años 161 y 180. Aunque nació en Roma, en muchas de sus biografías se alude a su origen hispánico. En realidad éste se remontaba a su abuelo paterno, originario del municipio de Ucubi, en la Bética (actualmente el pueblo de Espejo, en la provincia de Córdoba), de donde salió unos cincuenta años antes del nacimiento de su nieto, el futuro emperador. Hijo adoptivo de Antonino Pío, quien lo puso en la senda de emperador, cambió su nombre por Marco Elio Aurelio Vero César y asumió la toga viril en el año136 d.C. siendo nombrado cónsul en el 140. 

Aunque era dubitativo y enfermizo fue un hombre con una gran capacidad por el trabajo y la dedicación, consciente de sus deberes. Sin experiencia militar y poco preparado para la guerra, durante 17 de los 19 años que duró su reinado tuvo que pasarlos luchando para defender las fronteras del Imperio. En sus propias palabras: "Deber ser como un cabo en la costa, contra el que rompen constantemente las olas, pero que se mantiene firme en su lugar y en el que penetran las aguas hirvientes hasta su fondo, para descansar".
A pesar de ello, fue un emperador culto e interesado en la lectura desde su juventud, llegando a leer y escribir en griego. Estuvo muy interesado en el bienestar de la población incluso vendió sus posesiones personales para mitigar los efectos del hambre y la peste en el Imperio. Sin embargo, persiguió a los cristianos, creyendo que eran una amenaza para el sistema. Con Marco Aurelio subió al poder la filosofía estoica. Fue un filósofo profundo y de gran talento literario. Tuvo mucha influencia sobre sus contemporáneos y en tiempos posteriores. Es recordado por su obra "Pensamientos" un compendio de 12 libros de preceptos morales escritos al azar durante sus años de gobierno. Marco Aurelio resumió su forma de ver la vida: "Si haces tu trabajo bien, siguiendo las reglas establecidas, con entusiasmo, como un hombre, y con benevolencia (...) si conservas pura la divinidad en tu interior, entonces serás capaz de llevar una vida feliz, y no habrá nadie que lo pueda evitar".
Murió de peste en Vindobona (ahora Viena) el 17 de marzo del 180, antes de empezar la invasión. Su hijo y sucesor, Cómodo, abandonó su plan.

Este emperador y su hijo Cómodo se hicieron populares con la película “Gladiator”, sin embargo, en ellas se cometieron numerosos licencias como que no muere asesinado por su hijo sino que muere por una cruel enfermedad llamada “peste oriental”; que Cómodo es elegido por su padre para gobernar, al revés de como lo muestra la película o que su muerte no se debe una lucha de gladiadores sino que aparece estrangulado por sus oficiales a instancias de su mujer.

El más famoso y singular de todos los retratos del emperador Marco Aurelio es su estatua ecuestre. Estatua del tipo tradicional, como se demuestra en algunos modelos hallados en las excavaciones de Pompeya, pero es la única estatua ecuestre de un emperador romano que ha sobrevivido, ya que parece que los cristianos utilizaban el bronce de las mismas para fundirlo y fabricar imágenes de culto para sus iglesias. La de Marco Aurelio se salvó al confundirlo con Constantino, el emperador que dictó el Edicto de Milán concediendo la libertad de culto para los cristianos.
La estatua de bronce de unos 3 metros de altura, data del año 176 d.C. El tema central de la estatua es el poder y la grandeza divina, con el emperador agrandado con respecto a su talla real y tendiendo su mano, el gesto puede también significar clemencia hacia un enemigo caído a los pies del caballo que,  según algunos historiadores que se basan en relatos medievales, existía a los pies del caballo. Esta imagen tenía como finalidad mostrar al emperador como un señor de la tierra siempre victorioso y conquistador. Sin embargo, al no llevar armas o armadura, Marco Aurelio parece transmitir más una imagen de paz que de héroe militar, tal y como él se percibía a sí mismo y a su reino.

Durante la Edad Media estuvo en el Palacio de Letrán, en Roma, pero tras la remodelación de Miguel Ángel, en 1538, se trasladó al centro de la plaza, y para ello, el artista florentino diseñó un pedestal. En ese lugar permaneció hasta el año 1981, tras comprobarse los estragos que el tiempo había causado sobre el bronce. Se decidió su restauración, que duró nueve años, y su traslado en 2005 al emplazamiento que ocupa actualmente, en los Museos Capitolinos de la capital italiana. En el Campidoglio, lo que se ve actualmente es una réplica del original.
Caballo y jinete están fundidos en bronce, en dos piezas separadas. El caballo apoya sólo tres patas, lanzando la otra hacia adelante, quizá porque, pisaba a un bárbaro vencido, y que hoy ha desaparecido. La figura  del emperador es mostrada  como un hombre un tanto fatigado y como un filósofo estoico desilusionado que hace un gesto de paz. Monta en el caballo sin estribos (que entonces no se conocían), va sin armas y vestido con botas de patricio y una túnica corta. Sobre ella se cubre con el padulamentum, la capa púrpura que vestían los generales en el campo de batalla y con la que se representan a muchos emperadores. Ponérselo era un acto ceremonial preciso para salir a la guerra y tenía una doble finalidad, ya que aparte de prenda de abrigo, servía para identificarlo durante el combate en el campo de batalla. El brazo izquierdo está extendido hacia el frente, la mirada es directa y todo el movimiento adopta un aire pausado y con la misma orientación. Su belleza explica que fuera tomada como modelo de las estatuas ecuestres labradas en el Renacimiento.

Esta escultura se convirtió durante el Quattrocento italiano en el referente formal y técnico para representar a los líderes militares con su mayor dignidad. La imagen ecuestre de Marco Aurelio, convertida en un símbolo nacional, aparece en las monedas italianas de 50 céntimos de euro.
Los caballos eran utilizados en Roma para el transporte, la guerra y para la diversión en los juegos del circo donde se celebraban carreras de carros y eran unos de los espectáculos más solicitados.

El origen de estas carreras, los romanos, la situaban en tiempos de Rómulo, el cual al no haber mujeres entre sus seguidores y resultar así imposible tener descendencia, para garantizar la continuidad de la ciudad, pidió a los pueblos vecinos mujeres en matrimonio, a lo que se negaron. Rómulo organizó unos juegos en honor del dios Conso; invitó a sus vecinos, los sabinos y aprovechó la ocasión para raptar a sus mujeres (el rapto de las sabinas).
Los romanos heredaron las carreras de caballos de los etruscos, quienes a su vez las heredaron de los griegos.
 El lugar más importante donde se celebraban las carreras de caballos era el Circo Máximo, localizado entre el monte Palatino y el  monte Aventino, que podía albergar un público de 250.000 personas. La carrera consistía solamente en 7 vueltas. Un giro completo era de 769 m, así que, después de los siete giros finalizaba la carrera. En el circo se celebraban, además, otras carreras de caballos, en las que los jinetes, imitando a los númidas, saltaban de un caballo a otro en plena carrera o se sostenían en pie sobre los caballos. 
Unas compañías privadas, que estaban en manos de los patricios, se encargaban de organizar las carreras de caballos. Estas compañías, además de organizar las carreras, proporcionaban los aurigas, los carros y los caballos. Disponían, también, de un local propio dotado de escuderías y de todos los servicios necesarios para estas competiciones, pues contaban con veterinarios para tratar los caballos, con médicos para curar a los aurigas enfermos y de personal especializado en alimentar a los caballos, en adornarlos y en construir los carros, así como con sastres, zapateros y hasta con un colectivo que animaba a los aurigas de la propia escudería con gestos y gritos, durante las carreras.
Había carreras con carros de cuatro caballos (quadrigae) y con carros de dos caballos (bigae), aunque las de cuatro caballos eran las más importantes. Los aurigas se veían colmados de honores y privilegios si vencían: si el auriga era un esclavo, con frecuencia recibía la libertad; en general salían de su condición humilde y recaudaban grandes fortunas gracias a las primas que recibían de los magistrados o del propio emperador y del elevado salario que exigían a los dueños de las cuadras.
El magistrado que presidía la carrera de carros daba la señal de comenzar el espectáculo con un trapo blanco, llamado mappa. Entonces, los carros salían del box de partida.
Había cuatro equipos o cuadras: rojo, blanco, azul y verde (la aristocracia era partidaria, en general, de los azules, mientras que el pueblo era de los verdes).  Solían ser peligrosas tanto para los aurigas como para los propios caballos, quienes con frecuencia sufrían serias lesiones, llegando incluso a fallecer. Este deporte generaba un fuerte entusiasmo en los espectadores.

Se desconoce cuándo comenzaron exactamente estas carreras en la antigüedad, pero podrían ser tan antiguas como los propios carros. Se sabe que estas carreras existieron en el mundo micénico, ya que se han encontrado evidencias artísticas de este deporte en la cerámica de dicha civilización. Sin embargo, la primera referencia literaria a las carreras de carros es la descrita por Homero en la Ilíada, en los juegos fúnebres de Patroclo. También se dice que el acontecimiento que fundó los Juegos Olímpicos fue una carrera de carros, aunque esto sea solo una leyenda.

El hipódromo de Olimpia tenía cerca de 549 metros de largo y 275 metros de ancho, y en él podían competir hasta 60 carros al mismo tiempo (aunque en la práctica el número probablemente era mucho más bajo). Estaba situado bajo una colina y a orillas de un caudaloso río que proporcionaba un lugar perfecto para alojar hasta unos 10.000 espectadores. El tethrippon consistía en doce vueltas alrededor del hipódromo, estando cada vuelta determinada por un poste en cada uno de los dos extremos. Todos los carros tenían un recorrido de igual longitud.
Al contrario que en otros acontecimientos olímpicos, los participantes de las carreras de carros no iban desnudos, debido probablemente al polvo levantado por caballos y carros y a la sangre de heridas producidas durante la contienda. Estos participantes llevaban una prenda llamada xystis. Esta prenda llegaba hasta los tobillos y estaba sujetada por encima de la cintura con una simple correa. Dos tirantes que se cruzaban en la parte superior e inferior impedían que los xystis se levantaran durante la carrera. Los romanos vestían una túnica ligera, del color de la escudería, protegían la cabeza con un casco de metal y las piernas con vendas. Conducían con las riendas rodeándoles el pecho y en la mano derecha llevaban la fusta y las riendas en la izquierda, lo que permitía que, en caso de volcar la cuadriga, el auriga, con un puñal, pudiera cortar las riendas con facilidad. Al igual que los jinetes modernos, los aurigas eran elegidos por su ligereza física, pero también era necesario que fuesen altos, de modo que normalmente se trataba de adolescentes.

La cría de caballos para correr en el circo fue siempre un negocio lucrativo. Diferentes regiones del imperio criaban excelentes caballos de raza para las carreras, En el siglo I los caballos más cotizados eran los hispanos y en el siglo III los hispanos y los de Capadocia. A finales de la República romana y a comienzos del Imperio, los caballos de carreras más famosos procedían de Lusitania, en donde las yeguas, según se afirmaba, eran preñadas por el viento. Todavía, en torno al año 400 d.C., España y Portugal criaban muy buenos caballos de carreras.

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