Marco Aurelio fue uno
de los emperadores de la dinastía de los Antoninos y gobernó Roma entre los
años 161 y 180. Aunque nació en Roma, en muchas de sus biografías se alude a su
origen hispánico. En realidad éste se remontaba a su abuelo paterno, originario
del municipio de Ucubi, en la Bética (actualmente el pueblo de Espejo, en la
provincia de Córdoba), de donde salió unos cincuenta años antes del nacimiento
de su nieto, el futuro emperador. Hijo adoptivo de Antonino Pío, quien lo puso
en la senda de emperador, cambió su nombre por Marco Elio Aurelio Vero César y
asumió la toga viril en el año136 d.C. siendo nombrado cónsul en el 140.
Aunque
era dubitativo y enfermizo fue un hombre con una gran capacidad por el trabajo
y la dedicación, consciente de sus deberes. Sin experiencia militar y poco
preparado para la guerra, durante 17 de los 19 años que duró su reinado tuvo
que pasarlos luchando para defender las fronteras del Imperio. En sus propias
palabras: "Deber ser como un cabo en la costa, contra el que rompen
constantemente las olas, pero que se mantiene firme en su lugar y en el que
penetran las aguas hirvientes hasta su fondo, para descansar".
A pesar de ello, fue
un emperador culto e interesado en la lectura desde su juventud, llegando a
leer y escribir en griego. Estuvo muy interesado en el bienestar de la
población incluso vendió sus posesiones personales para mitigar los efectos del
hambre y la peste en el Imperio. Sin embargo, persiguió a los cristianos,
creyendo que eran una amenaza para el sistema. Con Marco Aurelio subió al poder
la filosofía estoica. Fue un filósofo profundo y de gran talento literario. Tuvo
mucha influencia sobre sus contemporáneos y en tiempos posteriores. Es
recordado por su obra "Pensamientos" un compendio de 12 libros de
preceptos morales escritos al azar durante sus años de gobierno. Marco Aurelio
resumió su forma de ver la vida: "Si haces tu trabajo bien, siguiendo las
reglas establecidas, con entusiasmo, como un hombre, y con benevolencia (...)
si conservas pura la divinidad en tu interior, entonces serás capaz de llevar
una vida feliz, y no habrá nadie que lo pueda evitar".
Murió de
peste en Vindobona (ahora Viena) el 17 de marzo del 180, antes de empezar la
invasión. Su hijo y sucesor, Cómodo, abandonó su plan.
Este emperador y su
hijo Cómodo se hicieron populares con la película “Gladiator”, sin embargo, en
ellas se cometieron numerosos licencias como que no muere asesinado por su hijo
sino que muere por una cruel enfermedad llamada “peste oriental”; que Cómodo es
elegido por su padre para gobernar, al revés de como lo muestra la película o que
su muerte no se debe una lucha de gladiadores sino que aparece estrangulado por
sus oficiales a instancias de su mujer.
El más famoso y
singular de todos los retratos del emperador Marco Aurelio es su estatua ecuestre.
Estatua del tipo tradicional, como se demuestra en algunos modelos hallados en
las excavaciones de Pompeya, pero es la única estatua ecuestre de un emperador
romano que ha sobrevivido, ya que parece que los cristianos utilizaban el
bronce de las mismas para fundirlo y fabricar imágenes de culto para sus
iglesias. La de Marco Aurelio se salvó al confundirlo con Constantino, el
emperador que dictó el Edicto de Milán concediendo la libertad de culto para
los cristianos.
La estatua de bronce
de unos 3 metros de altura, data del año 176 d.C. El tema central de la estatua
es el poder y la grandeza divina, con el emperador agrandado con respecto a su
talla real y tendiendo su mano, el gesto puede también significar clemencia
hacia un enemigo caído a los pies del caballo que, según algunos historiadores que se basan en
relatos medievales, existía a los pies del caballo. Esta imagen tenía como
finalidad mostrar al emperador como un señor de la tierra siempre victorioso y
conquistador. Sin embargo, al no llevar armas o armadura, Marco Aurelio parece
transmitir más una imagen de paz que de héroe militar, tal y como él se
percibía a sí mismo y a su reino.
Durante la Edad Media
estuvo en el Palacio de Letrán, en Roma, pero tras la remodelación de Miguel
Ángel, en 1538, se trasladó al centro de la plaza, y para ello, el artista
florentino diseñó un pedestal. En ese lugar permaneció hasta el año 1981, tras
comprobarse los estragos que el tiempo había causado sobre el bronce. Se
decidió su restauración, que duró nueve años, y su traslado en 2005 al
emplazamiento que ocupa actualmente, en los Museos Capitolinos de la capital
italiana. En el Campidoglio, lo que se ve actualmente es una réplica del
original.
Caballo y jinete
están fundidos en bronce, en dos piezas separadas. El caballo apoya sólo tres
patas, lanzando la otra hacia adelante, quizá porque, pisaba a un bárbaro
vencido, y que hoy ha desaparecido. La figura del emperador es mostrada
como un hombre un tanto fatigado y como un filósofo estoico
desilusionado que hace un gesto de paz. Monta en el
caballo sin estribos (que entonces no se conocían), va sin armas y vestido con
botas de patricio y una túnica corta. Sobre ella se cubre con el padulamentum, la capa púrpura que
vestían los generales en el campo de batalla y con la que se representan a
muchos emperadores. Ponérselo era un acto ceremonial preciso para salir a la
guerra y tenía una doble finalidad, ya que aparte de prenda de abrigo, servía
para identificarlo durante el combate en el campo de batalla. El brazo
izquierdo está extendido hacia el frente, la mirada es directa y todo el
movimiento adopta un aire pausado y con la misma orientación. Su belleza
explica que fuera tomada como modelo de las estatuas ecuestres labradas en el
Renacimiento.
Esta escultura se
convirtió durante el Quattrocento italiano en el referente formal y técnico
para representar a los líderes militares con su mayor dignidad. La imagen
ecuestre de Marco Aurelio, convertida en un símbolo nacional, aparece en las
monedas italianas de 50 céntimos de euro.
Los caballos eran
utilizados en Roma para el transporte, la guerra y para la diversión en los
juegos del circo donde se celebraban carreras de carros y eran unos de los
espectáculos más solicitados.
El origen de estas
carreras, los romanos, la situaban en tiempos de Rómulo, el cual al no haber mujeres entre sus seguidores y resultar así imposible tener descendencia, para garantizar la continuidad de la ciudad, pidió a los
pueblos vecinos mujeres en matrimonio, a lo que se negaron. Rómulo organizó unos juegos
en honor del dios Conso; invitó a sus vecinos, los sabinos y aprovechó la ocasión para
raptar a sus mujeres (el rapto de las sabinas).
Los romanos
heredaron las carreras de caballos de los etruscos, quienes a su vez las
heredaron de los griegos.
El lugar más importante donde se celebraban las carreras de caballos era el Circo Máximo, localizado entre el monte Palatino y el monte Aventino, que podía albergar un público de 250.000 personas. La carrera consistía solamente en 7 vueltas. Un giro completo era de 769 m, así que, después de los siete giros finalizaba la carrera. En el circo se celebraban, además, otras carreras de caballos, en las que los jinetes, imitando a los númidas, saltaban de un caballo a otro en plena carrera o se sostenían en pie sobre los caballos.
Unas compañías privadas, que estaban en manos de los patricios, se encargaban de organizar las carreras de caballos. Estas compañías, además de organizar las carreras, proporcionaban los aurigas, los carros y los caballos. Disponían, también, de un local propio dotado de escuderías y de todos los servicios necesarios para estas competiciones, pues contaban con veterinarios para tratar los caballos, con médicos para curar a los aurigas enfermos y de personal especializado en alimentar a los caballos, en adornarlos y en construir los carros, así como con sastres, zapateros y hasta con un colectivo que animaba a los aurigas de la propia escudería con gestos y gritos, durante las carreras.
Había carreras con carros de cuatro caballos (quadrigae) y con carros de dos caballos (bigae), aunque las de cuatro caballos eran las más importantes. Los aurigas se veían colmados de honores y privilegios si vencían: si el auriga era un esclavo, con frecuencia recibía la libertad; en general salían de su condición humilde y recaudaban grandes fortunas gracias a las primas que recibían de los magistrados o del propio emperador y del elevado salario que exigían a los dueños de las cuadras.
El lugar más importante donde se celebraban las carreras de caballos era el Circo Máximo, localizado entre el monte Palatino y el monte Aventino, que podía albergar un público de 250.000 personas. La carrera consistía solamente en 7 vueltas. Un giro completo era de 769 m, así que, después de los siete giros finalizaba la carrera. En el circo se celebraban, además, otras carreras de caballos, en las que los jinetes, imitando a los númidas, saltaban de un caballo a otro en plena carrera o se sostenían en pie sobre los caballos.
Unas compañías privadas, que estaban en manos de los patricios, se encargaban de organizar las carreras de caballos. Estas compañías, además de organizar las carreras, proporcionaban los aurigas, los carros y los caballos. Disponían, también, de un local propio dotado de escuderías y de todos los servicios necesarios para estas competiciones, pues contaban con veterinarios para tratar los caballos, con médicos para curar a los aurigas enfermos y de personal especializado en alimentar a los caballos, en adornarlos y en construir los carros, así como con sastres, zapateros y hasta con un colectivo que animaba a los aurigas de la propia escudería con gestos y gritos, durante las carreras.
Había carreras con carros de cuatro caballos (quadrigae) y con carros de dos caballos (bigae), aunque las de cuatro caballos eran las más importantes. Los aurigas se veían colmados de honores y privilegios si vencían: si el auriga era un esclavo, con frecuencia recibía la libertad; en general salían de su condición humilde y recaudaban grandes fortunas gracias a las primas que recibían de los magistrados o del propio emperador y del elevado salario que exigían a los dueños de las cuadras.
El magistrado que presidía la carrera de carros daba la
señal de comenzar el espectáculo con un trapo blanco, llamado mappa.
Entonces, los carros salían del box de partida.
Había cuatro equipos o cuadras: rojo, blanco, azul y verde (la
aristocracia era partidaria, en general, de los azules, mientras que el pueblo era de los verdes). Solían
ser peligrosas tanto para los aurigas como para los propios caballos, quienes
con frecuencia sufrían serias lesiones, llegando incluso a fallecer. Este
deporte generaba un fuerte entusiasmo en los espectadores.
Se desconoce cuándo
comenzaron exactamente estas carreras en la antigüedad, pero podrían ser tan
antiguas como los propios carros. Se sabe que estas carreras existieron en el mundo
micénico, ya que se han encontrado evidencias artísticas de este deporte en la
cerámica de dicha civilización. Sin embargo, la primera referencia literaria a
las carreras de carros es la descrita por Homero en la Ilíada, en
los juegos fúnebres de Patroclo. También se dice que el acontecimiento que
fundó los Juegos Olímpicos fue una carrera de carros, aunque esto sea solo una
leyenda.
El hipódromo de Olimpia
tenía cerca de 549 metros de largo y 275 metros de ancho, y en él podían
competir hasta 60 carros al mismo tiempo (aunque en la práctica el número
probablemente era mucho más bajo). Estaba situado bajo una colina y a orillas
de un caudaloso río que proporcionaba un lugar perfecto para alojar hasta unos
10.000 espectadores. El tethrippon consistía en doce vueltas alrededor
del hipódromo, estando cada vuelta determinada por un poste en cada uno de los
dos extremos. Todos los carros tenían un recorrido de igual longitud.
Al contrario que en
otros acontecimientos olímpicos, los participantes de las carreras de carros no
iban desnudos, debido probablemente al polvo levantado por caballos y carros y
a la sangre de heridas producidas durante la contienda. Estos participantes llevaban una
prenda llamada xystis. Esta prenda llegaba hasta los tobillos y estaba
sujetada por encima de la cintura con una simple correa. Dos tirantes que se
cruzaban en la parte superior e inferior impedían que los xystis se
levantaran durante la carrera. Los romanos vestían una túnica ligera, del color de la escudería,
protegían la cabeza con un casco de metal y las piernas con vendas. Conducían
con las riendas rodeándoles el pecho y en la mano derecha llevaban la fusta y
las riendas en la izquierda, lo que permitía que, en caso de volcar la cuadriga,
el auriga, con un puñal, pudiera cortar las riendas con facilidad. Al
igual que los jinetes modernos, los aurigas eran elegidos por su ligereza
física, pero también era necesario que fuesen altos, de modo que normalmente se
trataba de adolescentes.
La cría de caballos para correr en el circo fue siempre un negocio
lucrativo. Diferentes regiones del imperio criaban excelentes caballos
de raza para las carreras, En el siglo I los caballos más cotizados eran los
hispanos y en el siglo III los hispanos y los de Capadocia. A finales de la
República romana y a comienzos del Imperio, los caballos de carreras más
famosos procedían de Lusitania, en donde las yeguas, según se afirmaba, eran
preñadas por el viento. Todavía, en torno al año 400 d.C., España y Portugal
criaban muy buenos caballos de carreras.
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