sábado, 29 de septiembre de 2012

Luis XIV

Estatua ecuestre de Luis XIV de Bernini


Copia en Terracota del boceto de Bernini
Esta estatua fue encaragada por el propio monarca al artista italiano para colocarla en el palacio de Versalles. Bernini la esculpió en su taller de Italia y, una vez finalizada, la mandó a París, pero al rey no debió gustarle mucho, pues mandó que el escultor Girardón la retocara,  transformándola en una representación alegótica del monarca, tan de moda por aquella época. No sabemos si el caballo representado es Le Bonite,  uno de los caballos del rey.


Llamado Rey Sol o Luís el Grande, es uno de los monarcas más conocido a nivel mundial. Nació en la primera mitad del siglo XVII y murió ya iniciado el siglo XVIII, en 1715, tras un reinado de 72 años, el más largo de una monarquía europea. Incrementó el poder de Francia mediante tres grandes guerras: La de Holanda, la de los Siete Años y la de Sucesión española. Pero también protegió las artes, siendo el fastuoso palacio de Versalles la culminación de esta política de mecenazgo que abarcó diversas facetas culturales.

Rey Luis XIV
Fue un rey absolutista, su primera y más importante preocupación se centró en concentrar todo el poder del estado en su persona. Los estados generales (parlamentos) no fueron convocados en sus 54 años de gobierno efectivo, mientras las asambleas locales fueron suprimidas o privadas de competencias. La nobleza, fuente de constantes rebeliones en los decenios precedentes, fue excluida de los órganos de gobierno, aunque se le reconocieron privilegios sociales y fiscales para contentarla. Pero el paso más importante en su «domesticación» fue atraerla a la corte. Los aristócratas acudieron al entorno real en busca de pensiones y honores, y se alejaron cada vez más de sus bases locales de poder. Los tremendos gastos de la brillante vida cortesana impuesta por el rey mermaron el poder económico de los nobles, que acabaron dependiendo del favor real para mantener su nivel de vida, lo que aseguró su docilidad. 

Palacio de Versalles
El centro de todo este universo era el Palacio de Versalles. Luis XIV dejó París y decidió construir Versalles como una pequeña ciudad alejada de los problemas, Para conseguir este cerrado universo, el rey Sol invirtió una enorme cantidad de dinero en su construcción y decoración, ya que Versalles era el símbolo del poder real.  Desde el dormitorio del monarca que era a la vez lugar de culto y centro de poder, hasta la sucesión de las habitaciones o su grado de accesibilidad, participaban de este ceremonial. Cuanto más ascendía un cortesano en la consideración del rey, más autorizado estaba a penetrar en el interior del palacio. En su corte, el prestigio de las personas era medido también por el peso de la silla en la que les era permitido sentarse: cuanto mayor era el peso, tanto mayor era su importancia. Siendo los únicos que podían usar sillas con brazos el rey y la reina. Y tan importante como el palacio era el parque que garantizaba un escenario ideal para fiestas deslumbrantes. Pero a pesar de su lujo y esplendor, este universo tenía un lado un poco más “oscuro” pues ninguna de sus numerosas habitaciones estaba concebida como cuarto de baño. Las bacinillas eran, a menudo, vaciadas por las ventanas y sus hermosos jardines servían como retretes para el inmenso contingente de habitantes de palacio y de sus invitados.
El baño no era una práctica habitual, es más, era algo excepcional, Por el ejemplo, Luis XIV se bañaba únicamente cuando se lo prescribía el médico. Sólo se bañó en dos ocasiones a lo largo de su vida y, cada mañana, para asearse, se limpiaba la cara con un trozo de algodón impregnado de alcohol o con saliva.
Salón de los espejos
Las personas de aquella época no se lavaban, el mal olor que exhalaban por debajo de los vestidos era tal que, los lacayos solían mover el aire de los salones con grandes abanicos para expulsar los olores de las partes íntimas que salían entre los pliegues de seda y encajes. Bajo las aparatosas pelucas de los cortesanos pululaban los piojos. Es de esa época cuando se inventaron las manos de marfil que rematan en un mango más o menos largo y que servían para rascarse la cabeza debajo de la peluca.
El duque de Saint-Simon, quien tenía amplia experiencia en la vida cortesana francesa, comentó que Luis era "la verdadera personificación de un héroe, imbuido con una majestad natural, pero más imponente, que se revelaba hasta en sus gestos y movimientos más insignificantes". Asimismo, su gracia natural brindaba al rey un encanto especial: "Irradiaba la misma nobleza y majestuosidad con su bata de vestir que con sus atuendos de estado, o cuando dirigía sus tropas desde el lomo de su corcel". Tenía el don de la palabra y aprendía rápido. Era naturalmente cordial y "amaba la verdad, la justicia, el orden y la razón". Su vida era ordenada: "Nada podía estar regulado con mayor exactitud que sus días y horas". Su autocontrol era impecable: "No perdió el control de sí mismo diez veces en toda su vida, y sólo con personas inferiores". Pero, incluso los monarcas absolutos tenían imperfecciones, y Saint-Simon tuvo el valor de señalarlas: "La vanidad de Luis XIV no tenía límite ni conocía restricciones", lo cual le provocaba "disgusto para cualquier mérito, inteligencia, educación y, sobre todo, cualquier signo de independencia de carácter y sentimientos que mostraran otros", lo que ocasionó que tuviera "errores de juicio en asuntos de importancia".
Zapáto de la época del rey Sol
La vanidad de este rey le llevó a imponer sus gustos y costumbres, como la de lucir tacones curvados en sus zapatos bordados en plata, para aumentar su estatura, los enormes puños de encajes, las ostentosas pelucas. En el campo de la dieta, también generalizó las comidas opíparas. Por ejemplo, un almuerzo suyo podía consistir en "cuatro platos de sopa, un faisán, una perdiz, un gran plato de ensalada, cordero en su salsa, dos lonchas de jamón, una bandeja de pasteles, frutas y huevos duros". La autopsia practicada tras su muerte, en 1715, reveló que su estómago tenía el doble del tamaño normal. Estos excesos le provocarían problemas intestinales incontrolados, hasta el punto de dar audiencias sentado en su sillón-retrete.

En torno al rey Sol existen gran cantidad de leyendas y mitos, como la que publicó el New York Times el día de Navidad de 1905, en la que contaba como el corazón de Luis XIV, acabó en manos de un inglés que se lo comió, después de bastante tiempo muerto y estando ya momificado. Parece ser que fue saqueado durante la Revolución Francesa. La noticia decía así: “No hay necesidad de ser escéptico sobre la historia del Sr. Labouchere en la que el deán de Buckland se comió lo que quedaba del corazón momificado de Luis XIV, que ahora descansa en el cuerpo del deán en el cementerio de Islip.
Máscara de hierro
Otra leyenda relevante, y de la que se han escrito numerosas novelas, incluso algunas llevadas al cine,  nos cuenta que se envió con el más grande secreto al castillo de la isla Santa Margarita, en el mar de Provenza, a un prisionero desconocido, joven y de la más noble y bella figura. Durante el viaje, este prisionero llevaba una máscara, cuya mentonera tenía resortes de acero que le permitían comer sin quitarse la máscara. Se había ordenado matarlo si se le descubría. Permaneció en la isla hasta que un oficial de confianza, llamado Saint-Mars, gobernador de Pignerol y siendo gobernador de la Bastilla, en el año 1690, fue a buscarlo a la isla Santa Margarita y lo condujo a dicha prisión, todavía enmascarado. El marqués de Louvois lo visitó en la isla antes del traslado, y le habló de pie, con consideración y respeto. En la Bastilla, fue alojado con todas las comodidades posibles en ese castillo y no se le negaba nada de lo que pedía. Gustaba de la ropa blanca de finura extraordinaria y de los encajes. Tocaba la guitarra, Se le daba una comida excelente, y el gobernador rara vez se sentaba en su presencia. Un anciano médico de la Bastilla, que atendió muchas veces las enfermedades de este hombre singular, ha dicho que jamás vio su rostro, aunque le examinó con frecuencia la lengua y el resto del cuerpo. Estaba admirablemente bien formado, decía el médico; su piel era algo morena; interesaba con sólo el tono de su voz; no se quejaba nunca de su estado y no dejaba suponer en forma alguna quién podía  ser. Este desconocido murió en 1703 y lo enterraron de noche en la parroquia de San Pablo. Algunos aseguraron que era el hermano gemelo del rey, que desde el nacimiento, había sido ocultado para no crear problemas de sucesión.
Como es bien sabido, el lujo y la ostentación eran cualidades inseparables de la realeza, tanto en sus palacios como en sus vestimentas, y no podía ser de otra manera con sus transportes. Cuando la comitiva real iba de visita al extranjero, los carruajes cobraban especial importancia; lujosos y costosos, eran un símbolo evidente de poder.

Carroza real
Las lujosas carrozas que usaron Luís XIV y su corte, tuvieron su precursor en “el carroccio” a principio del siglo XI, inventado por el arquero Alberto de Itimiano. Era un vehículo militar con carácter religioso y de enorme tamaño, arrastrado por 24 caballos. Contaba de dos ejes y cuatro ruedas y tenía el tamaño de una casa de dos pisos. Estaba totalmente acorazado, contaba con una torre central que solía ir precedida de una imagen de Cristo o una cruz de dos o más metros. Además tenía  un altar. La dotación normal de “el carroccio” no bajaba de 50 personas: los arqueros encargados de la defensa, 12 o más trompetas que no paraban de sonar en todo el combate, conductores, etc. Realmente debía resultar pavorosa para el enemigo la aparición de aquel artefacto.
En el siglo XII, el carro volvió a retornar  su carácter de lujo. Al igual que en la antigua Roma y, en nuestros días, el automóvil, la carroza se convirtió en un signo de poder económico y posición social, poniéndose particularmente de moda entre la realeza, que las hacían cubrir de terciopelo y motivos de oro y plata. El carro suspendido no apareció hasta el siglo XV siendo inventado por el húngaro Kotzen. Las carrozas con ventanales de vidrio aparecieron por primera vez en Italia en el siglo XVII y, ya en el siglo XVIII, París contaba con un parque próximo a las 15.000 carrozas.
Para esta proliferación de carruajes, tantos los de lujo como los de transporte para el pueblo llano o para mercancías, muchos menos ostentosos, hacían falta caballos. Los caballos se habían usado, casi desde su domesticación como animales de tiro y transporte, por lo tanto, fueron estos, los encargados del arrastre de los carruajes, aunque en los más humildes se engancharon mulas y asnos.
La mayoría de razas de caballos de tiro, como tal, diferenciados de los de monta,  no existían antes del siglo XVIII. Las razas de tiro pesado fueron definiendo por selección a partir de las necesidades militares (artillería pesada), incorporándose paulatinamente a los trabajos agrícolas. Luego fueron un elemento indispensable en la Revolución Industrial, y por supuesto en el arrastre de carruajes, Todo esto fue acompañado de las mejoras de las vías de comunicación que conectaron las principales ciudades, pues hasta ese momento, sólo existían  las  vías romanas o los caminos locales.
Percherón
El caballo de tiro es un caballo de trabajo usado por su capacidad de tracción. Los caballos de tiro se empleaban para labrar o arrastrar herramientas agrícolas y como fuerza motriz, unidos a carros y carruajes. También se usaron caballos de tiro, en ciertos casos, para mover maquinaria usando un dispositivo mecánico apropiado. Estos animales eran de tiro pesado, pero al irse perfeccionando los carruajes y mejorando las vías de comunicación, los caballos requeridos fueron cambiando de perfil, ya que a la fuerza requerida, se unió también la necesidad de que fueran veloces, Así los caballos de tiro ligero fueron muy solicitados por permitir velocidades de desplazamiento superiores. Esto permitió el establecimiento de líneas de diligencias entre localidades donde la demanda era importante.
Una de las razas de caballo de tiro más conocidas es el caballo Percherón. Es una raza que se originó en la provincia de Le Perche, cerca de Normandía, en Francia. Se cree que el caballo árabe cruzado con el caballo normando jugó un papel importante en el desarrollo del Percherón. Por el siglo XVII los caballos producidos en Le Perche tenían ya una fama reconocida.
El percherón es un caballo que posee un cuerpo poderoso y compacto, con la parte trasera amplia y musculosa, y unas extremidades que, aunque algo cortas, son extremadamente fuertes. Además, los cascos son muy duros. Por lo general suelen ser de capa torda o castaño oscuro. Tiene una alzada de 165 cm, llegando a pesar 1200 kg. El caballo Percherón es un animal más que apto para el tiro debido a su gran fuerza, pero también lo es por su docilidad y por la rapidez de los movimientos que tiene.
Suerte de pica
Aunque los percherones actuales descienden del cruce entre un caballo llamado Jean le Blanc y una yegua en Le Perche, durante la Baja  Edad Media, los caballos de La Perche fueron cruzados con caballos árabes, lo cual mejoró su aspecto y sus características relacionadas con la velocidad. Esta raza se crió de forma muy intensa para transportar caballeros armados durante la batalla. Y el animal demostró si casta, su fuerza y su entereza durante las Cruzadas. Poco a poco el Percherón se fue extendiendo por Europa durante el siglo XVII y ya en el XIX el caballo Percherón es introducido en el servicio de correos francés, para tirar de los coches de correo pesados.
Actualmente, se sigue utilizando al Percherón como animal de tiro en algunas competiciones de enganche y en algunas carreras. Además, en España se utiliza en la fiesta taurina, como compañero del picador. Como vemos, esta raza sigue derrochando casta, fuerza y valentía como en sus orígenes

1 comentario:

  1. He descubierto por casuaiidad este blog, que, con toda seguridad, visitaré más veces. Te invito a ver, por facebook los programas Desde lo alto del caballo y Charros y escaramuceras de la televisión de Morelia (México) Radio Tele. y también te invito a visitar mi blog desdelatrincheraequivocada.blogspot.com.es en que voy colgando un Diccionario de équidos y expresiones y términos relacionados con ellos y su mundo .

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