jueves, 6 de diciembre de 2012

Juana de Arco




Estatua ecuestre de Juana de Arco en París

Cuando se pasea por la Place des Pyramides, frente al Museo del Louvre, se ve una estatua deslumbrante de una mujer guerrera montada a caballo sosteniendo una bandera. Esta mujer representa a Juana de Arco. El baño de oro de la estatua llama la atención y, lógicamente, hace que tu interés por ella aumente. La estatua fue realizada por Frémiet en 1874.
Juana de Arco, nació en Donremy; un muy pequeño poblado de Francia, un 6 de enero de 1412, Su padre se llamaba Jaime de Arco y era campesino, por ello, Juana, creció en un ámbito rural. Parece ser  que no aprendió a leer, ni escribir. Al ser su madre una mujer muy católica, Juana creció dentro de una familia con un gran sentido religioso, dedicando a la religión gran parte del tiempo libre que tenían. Esta estabilidad familiar terminó cuando, en torno a los diez años, un ataque inglés destruyó por completo su aldea y asesino a sus padres y hermana. A Juana la enviaron a vivir con unos parientes a otra aldea cercana. Con trece años creyó que había oído la voz de Dios, suceso que se repetiría en numerosas ocasiones. Más tarde, confesó haber visto a San Miguel, Santa Catalina de Alejandría y Santa Margarita, cuyas voces la acompañarían durante el resto de su vida.
En 1422 suceden dos hechos que en un principio no deberían haber afectado la sencilla vida de Juana. Estos hechos fueron las  muertes  de Carlos VI de Francia y Enrique V de Inglaterra. Al rey francés le sucede su hijo Carlos VII, pero su sucesión al trono fue puesta en tela de juicio por los ingleses, que ocupaban el norte de Francia, y que según el Tratado de Troyes, firmado por el padre Carlos VI, a su muerte, su sucesor no sería su hijo, sino Enrique VI, el monarca inglés. A esto se sumaba que Carlos VII era menor de edad, por lo que su regente Juan de Lancaster, duque de Bedford, regiría los destinos de Francia durante un buen puñado de años.
De esta manera un inglés Enrique VI controlaba el territorio al norte de este río Loira, y Carlos VI fue reconocido como Rey de Francia en los territorios al sur del río.
Durante la invasión del sur de Francia, ocurrida en 1428, el ejército inglés puso sitio a la ciudad de Orleáns, última plaza fuerte que poseían los franceses.
A principios de 1429, en plena guerra de los Cien Años y cuando los ingleses estaban a punto de capturar Orleáns, las voces que guiaban a Juana la exhortaron a ayudar al Delfín que aún no había sido nombrado rey.
El encuentro de Juana con el Delfín, fue sin dudas el comienzo de los sucesos inexplicados de la vida de esta joven. Se cuenta que el Delfín temiendo que tal vez esta mujer fuera una espía inglesa, con intenciones de asesinarle, organizó una recepción muy importante, en la que hizo pasar a uno de sus generales por él. Así, si era realmente enviada por Dios, ella se daría cuenta del engaño.
Cuando llego Juana fue enviada ante el supuesto Delfín, al pararse frente a él, lo miro a la cara y le dijo: "Usted, es un buen hombre, pero no es a quién yo debo ver". Otro de los generales le confirmo el engaño pero le dijo que ella misma debía encontrar al Delfín entre todos los presentes, si de vedad, como afirmaba, la dirigía Dios.
Fue así que Juana comenzó a mirar uno por uno hasta llegar frente al Delfín, se arrodillo ante él y le beso la mano diciéndole, estoy en presencia del Rey de Francia.
Esto realmente dejo estupefacto a todos, esta fue sin dudas una de las pruebas más importantes a la que fue sometida. Como se sabe, en esa época, el pueblo no conocía a sus gobernantes, por lo que Juana ignoraba completamente la fisonomía del futuro rey.
Según cuenta la historia, después de esto Juana se acercó a Carlos VII y le susurró al oído, alguna frase importante, ya que éste cambió la expresión de su rostro completamente y acto seguido hizo pasar a Juana a una habitación apartada, y allí, a solas, Juana le convenció de su mandato divino para ponerlo en el trono y  de salvar a Francia.
Camino de la hoguera. Patrois, museo de Bellas Artes
Quizás el misterio más grande de esta historia es saber qué dijo Juana al Delfín para convencerlo de poner en  sus manos el porvenir de Francia.
Un grupo de teólogos aprobaron sus peticiones y se le concedieron tropas bajo su mando. Juana supo ganarse el respeto de los Generales franceses, quienes debieron acatar sus órdenes y enseñarle sobre el manejo de las armas y la estrategia militar. Esta decidió vestir uniforme de hombre y cortar sus cabellos, para no ser subestimada por los soldados. Juana condujo al ejército francés a una victoria decisiva sobre los ingleses en Patay, al tiempo que liberaba Orleáns, con esto se cumplió lo que Juana había anticipado.
Carlos VII de Francia
Carlos VII, fue coronado Rey, en la ciudad de Reims, uniendo al pueblo francés y poniendo fin a los sueños ingleses de imponer su hegemonía sobre Francia. Pero tras su coronación el rey renunció realizar más campañas punitivas contra los ingleses de lo que Juana era partidaria y sin el apoyo real, dirigió en el año 1430 una operación militar contra los ingleses en Compiègne, cerca de París. Fue capturada por los borgoñones (estado neutral en este momento de la guerra) quienes ofrecieron a los dos bandos, la posibilidad de rescatar a Juana.

Hay registros que atestiguan que en Francia se organizó una colecta entre la nobleza y los militares para pagar el rescate. Este dinero se le entregó al, pero éste nunca el pago (se supone que Carlos VII, deseaba que Juana fuera capturada por los ingleses, ya que había tomado mucha popularidad y la creía un elemento ahora peligroso para su reinado). Sin embargo, los ingleses, si deseaban capturar a la Doncella que los había humillado, y pagaron lo pedido, así que les fue entregada.
Los ingleses la condujeron ante un tribunal eclesiástico en Ruán que la juzgó de herejía y brujería y tras catorce meses de interrogatorio sin que se le pudiera acusar de absolutamente nada, fue acusada por vestir ropas masculinas y de herejía por su creencia de que era directamente responsable ante Dios y no ante la Iglesia católica.
El tribunal la condenó a muerte, pero al confesar y arrepentirse de sus errores, la sentencia fue conmutada a cadena perpetua. Sin embargo, cuando regresó a la prisión volvió a usar vestidos de hombre por lo que de nuevo fue condenada, esta vez por un tribunal secular, y el 30 de mayo de 1431, enviada a la hoguera en la plaza del Mercado Viejo de Ruán por herética reincidente.
Como último deseo, Juana reclamó que los Sacerdotes alzasen una cruz delante de sus ojos hasta que ella muriese, para que así acabara sus últimos momentos acompañada de Dios.
Juana de Arco
Juana fue a la hoguera invocando a sus santos guardianes Santa Catalina, Santa Margarita y San Miguel, una vez en la pira, el hermano Isambard de la Pierre y alzó la cruz para que ella la viera tal y como la estaba pidiendo, y con un fogonazo del verdugo desapareció entre las llamas.
En torno a su muerte existen multitud de mitos y leyendas. Unos dicen que su cuerpo fue reducido a cenizas salvo su corazón, que quedó intacto y lleno de sangre. El propio verdugo, Geoffroy Therage, muy consternado fue a buscar a Isambard de la Pierre se lo demostró diciendo que había quemado una santa. Se contó que sus restos se lanzaron al Sena para que no quedara nada que sus partidarios pudieran venerar, pero otra versión apunta a que se recuperaron de entre los leños quemados restos de su cuerpo y sus pertenencias y que se han conservado hasta ahora en el arzobispado de Tours… Algún soldado inglés, afligido, afirmó haber visto el alma de la joven marchándose del cuerpo, y algún otro afirmó haber visto el reflejo de Jesús, como otros dijeron también haber visto salir una paloma.
Pero la leyenda que más llama la atención es la que sostiene que no murió en la hoguera y que todo fue un simulacro ya que, Juana escapó de la torre-prisión  malherida y, que la mañana del 30, la mujer que   con cara oculta por un velo y una mitra fue conducida a la plaza del mercado de Ruán, no era Juana.  Unos ochocientos  soldados ingleses impedían que se acercasen los diez mil espectadores allí reunidos. A las nueve el verdugo encendió la hoguera. Algunos minutos después la ajusticiada muere. El verdugo retiró las antorchas para que los presentes pudieran ver el cuerpo semicalcinado. Luego encendió otra vez la hoguera y el cadáver se convirtió poco a poco en cenizas.
Armas de Juana de Arco
Durante el verano de 1435, una mujer vestida de soldado se presenta en Saint-Privey, en Lorena. Busca a Pedro de Lys y a Juan el Pequeño, los dos hermanos de Juana, ambos constatan con sorpresa que están, frente a su hermana. La sobreviviente cuenta que escapó de su prisión ruanesa y se ocultó posteriormente usando el nombre de Claudia. Ella permanece junto a ellos como miembro de la familia. Esta situación no dura mucho. La joven atrae la atención de un señor de Lorena, Roberto des castillo de Jualny, quien se casa con ella en 1436. Cuando Roberto des Armoises amplía su castillo de Jualny, hace grabar las armas de Juana junto a las suyas. Pero Juana no se contenta con esta vida y trata de ponerse en contacto con el rey, pero éste la ignora. Cansada, se dedica a la vida familiar y poco más tarde ella es madre de dos niños. Pero con el tiempo es reconocida por algunos antiguos compañeros de armas y es aclamada por todos, incluso Orleans le concede una asignación de 210 libras. Luego viaja a Paris, pero el rey no la recibe y de vuelta se desdice afirmando que no era  Juana, sino una tal Claudia  excombatiente del ejército pontificio. No se sabe que es lo que provocó este cambio ni si era cierto o no.
Juana fue canonizada por Benedicto XV el 16 de mayo de 1920, aunque su canonización tuvo algunas controversias por ser una figura muy manipulada política y religiosamente, sobre todo durante el siglo XIX
A Juana de Arco se le tiene en consideración en toda Francia y se le dedican estatuas en sitios preeminentes pues se la consideró una enviada de Dios para salvar a Francia de la tiranía de los ingleses y por lo tanto defensora de los valores “franceses”. Muchos de sus cuadros  y estatuas la muestran como tal, no como una santa humilde, aunque John Tressart, secretario del rey inglés,  gritara al verla quemarse en la hoguera: «Estamos todos perdidos, porque hemos quemado a una santa»
La equinoterapia, hipoterapia o terapia con caballos, es una terapia que consiste en el empleo de caballos para ayudar a superar diferentes enfermedades. Aunque parezca algo novedoso no lo es, pues ya Hipócrates, en la antigua Gracia hablaba del beneficio del movimiento del animal para conseguir la mejoría de ciertas enfermedades. En el siglo XVII, se decía que el trote a caballo mejoraba la gota, pero no fue hasta los años 50-60 cuando se pusieron las bases del método que se utiliza en nuestros días y  que está basado en la relación directa que se establece entre el paciente y el movimiento del animal.
Las personas familiarizadas con caballos saben el efecto que causa la interacción frecuente con estos animales. El establecer una relación constante con los caballos, ya sea a través de alguna actividad recreativa o simplemente proporcionándoles el cuidado diario, influye significativamente a las personas de manera positiva. El establecer una relación sana con los caballos implica poner en práctica la ética de trabajo, la responsabilidad, la buena comunicación y la práctica de en todo momento estar consciente de los demás, lo cual tiene múltiples beneficios que se han reconocido desde hace mucho tiempo. El uso de caballos para fines terapéuticos goza de una popularidad que se ha vuelto cada vez mayor con el surgimiento de la Psicoterapia y el Aprendizaje Asistido por Equinos. 
La utilización de caballos y no otros animales se debe a que los caballos son grandes y poderosos, razón por la cual, normalmente intimidan a cualquier persona, pero por lo mismo, la interacción con ellos es una oportunidad para vencer el temor y desarrollar confianza. El lograr una tarea que involucre caballos, a pesar de los temores,  provee “herramientas” que pueden ser de gran utilidad al tratar con otras situaciones de la vida cotidiana que intimidan y desafían.

Los caballos son muy similares a los humanos en su comportamiento y estructura social. Tienen papeles definidos dentro de sus manadas. Establecen jerarquías. Les gusta congregarse con sus semejantes. Tienen distintas personalidades, actitudes y humores. Un método que parece trabajar con un caballo, no necesariamente funciona de la misma manera con otro. A veces pueden parecer tercos y desafiantes. Quieren divertirse, etc. Es decir, los caballos proporcionan vastas oportunidades para ejemplificar y aprender a través de una similitud en determinadas circunstancias.
Algunas de las enfermedades para las que se recomienda y en las que se está obteniendo muy buenos resultados son: Esclerosis múltiple, Autismo, Síndrome de Down, Espina bífida, Traumas cerebrales, Distrofia muscular, Problemas de conducta, Enfermedades neurodegenerativas, Enfermedades traumatológicas, Anorexia, así como muchos tipos de enfermedades psicológicas.
Los objetivos de la equinoterapia es conseguir que los pacientes obtengan beneficios en diferentes áreas, como   la autoestima y la confianza en sí mismo, la memoria y la capacidad de prestar atención,  el vocabulario y la comunicación verbal, la musculatura, el equilibrio y la coordinación, la relación con personas diferentes de las de su entorno habitual. Todos estos beneficios se deben a que el caballo transmite unas 110 vibraciones por minuto que actúan sobre el sistema nervioso del paciente estimulándole y ayudándole a mejorar. En ningún caso el objetivo de la equinoterapia es que el paciente aprenda a montar a caballo.
La equinoterapia puede realizarse desde los 18 meses, no existiendo límite de edad para su práctica. El caballo aconsejable para la práctica debe medir de 1 a 1,70 metros de alzada y tener entre 5 y 20 años. Debe tener experiencia y un carácter dócil. Debe estar acostumbrado a la gente y no espantarse nunca. Ha todo esto hay que añadir un buen entrenamiento para que puedan utilizados.

Uno de los tipos de caballos más utilizados para esta práctica son los caballos Peruanos de Paso son únicos en su género por su conformación anatómica y peculiares formas exteriores. Son sinónimo de nobleza y fidelidad, temperamento y altivez, y llevan en su monumental y elegante figura un gran cúmulo de virtudes para la práctica de esta terapia. El caballo peruano es de contextura liviana, talla media y debe tener plasticidad y dinamismo en sus movimientos. Su resistencia corporal y orgánica de paso innato o natural le ayuda a mantenerse firme en su labor diaria, ante cualquier clase de esfuerzo.

Caballo Peruano de Paso
El Caballo Peruano de paso es una raza equina oriunda del Perú, descendiente de los caballos introducidos durante la Conquista y los primeros tiempos de la Colonia y ha sido declarado  Patrimonio cultural de la Nación. Debido al aislamiento sufrido durante alrededor de 400 años y la selección que hicieron sus criadores, es una raza muy particular por sus proporciones corporales y por un andar lateral o "llano de paso" que le es característico. Es típico de las regiones del norte peruano, zona del país de donde se dio su origen. Lo que hace a este animal diferente a otras razas equinas en el mundo es su aire típico de velocidad intermedia, que en los demás es de trote. Este aire o modalidad en el andar es el trote lateral o ambladura y se denomina paso llano en su ritmo más típico; pero puede tener diferentes ritmos y velocidades, que pueden a su vez ser ejecutados por un mismo ejemplar. A esta suma de aires se les llama pasos. Durante la ejecución de estos pasos finos, la cabalgadura tiene un solo y excepcionalmente suave balanceo horizontal; Las otras razas de caballos se balancean horizontal y verticalmente. Esto hace que el cabalgarlo sea especialmente agradable. La suavidad es una de las virtudes fundamentales y más apreciadas en la raza de este caballo.
La estabilización de la raza tomó cerca de cuatro siglos, de varias generaciones de cruces, selección y mejoramiento. Ayudó bastante el ser un ejemplar de uso como herramienta de trabajo en la agricultura, transportando a los agricultores en la administración y manejo de los campos, principalmente en las haciendas de la costa norte del Perú. Y como animal de silla viajero, para trasportar al jinete de un poblado a otro; igualmente se utilizó en la época para el arreo del ganado de lidia desde las afueras de la capital hacia Lima.
Los ascendientes de estos ejemplares fueron embarcados en Sevilla, en Sanlúcar de Barrameda y en Cádiz  en el  siglo XVI y por lógica se presume que fueron de raza andaluza.

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