viernes, 22 de marzo de 2013

Alfonso XII



Quién pasee por el parque del Retiro de Madrid y se acerque a su estanque podrá ver un conjunto monumental en columna rematado  por una estatua ecuestre. Dicha estatua representa al rey Alfonso XII y fue diseñada por Mariano Benlliure. La estatua se encuentra a treinta metros de altura y  la foto de inicio fue tomada en 1920. En ella podemos ver al escultor y a un discípulo suyo examinando la terminación de la obra.
Retrato de Alfonso XII
Alfonso XII nació el 28 de noviembre de 1857 en Madrid. Hijo de la reina Isabel II y del rey consorte Francisco de Asís, pero en España, y sobre todo, en la corte, circuló un rumor, que el padre natural de príncipe heredero era Enrique  Puigmoltó, un capitán de ingenieros del que se decía era el amante de turno de la reina, pues aparte de la fama de promiscua que tenía, se unía la presunta homosexualidad del rey, acrecentada esta fama por su manifiesto amaneramiento.
Alfonso XII y su madre la reina Isabel II
Con 11 años la vida del príncipe cambió cuando la reina se vio obligada a abandonar el trono tras la Revolución de 1868 y exilarse, junto con su familia a París.  Cursó estudios allí y en Viena, en la Academia Militar de Sandhurst. En 1870, su madre abdicó en su favor, al comprender que jamás volvería a recuperar el trono si ella seguía como reina y, cuando se produjo el pronunciamiento del general Martínez Campos en Sagunto el 29 de diciembre de 1874,  su regreso a España, como futuro rey, fue un hecho que se consolidó en Enero de 1975, con su entrada en España por Barcelon.Tres días más tarde, ya estaba en Madrid.
Con la restauración monárquica se consolidó un sistema político fundamentalmente bipartidista. El partido conservador, liderado por Cánovas del Castillo y apoyado por la aristocracia y las clases medias moderadas, se repartía el poder político con el partido liberal, liderado por Sagasta y apoyado por industriales y comerciantes. En realidad, al margen de esta realidad política, la vida del país estaba dominada por la oligarquía política y el caciquismo de la aristocracia rural.
Solamente al final de la tercera guerra carlista fue considerado rey legítimo y tras la proclamación de la Constitución de 1876, el rey se convirtió en su más firme cumplidor.
Reina María de las Mercedes
Alfonso XII contrajo matrimonio con su prima María de las Mercedes en 1878, con la oposición de su madre,  aunque por el pueblo fue muy festejado y recordado, pero a los pocos meses la reina murió, dejando al rey abatido y desolado.
Isabel II hubiera preferído a cualquiera como esposa de su hijo antes que a la hija de su intrigante cuñado y enemigo acérrimo, Antonio de Orleans, duque de Montpensier y puso todo su empeño en que la boda no se llegase a celebrar. Pero no era sólo de la reina de donde existía oposición, sino que tampoco el Gobierno veía con buenos ojos ese matrimonio, que parece que sólo deseaba Alfonso y el pueblo.
Claro que en este caso parece que la cabezonería de Alfonso pudo más que la oposición de la Reina, que ni siquiera se dignó asistir a la boda de su hijo, y se quedó en París e incluso cuentan que se la oyó decir:
 “No tengo nada contra la infanta, pero con Montpensier no transigiré nunca”.
Pero los problemas para la celebración del matrimonio no fueron pocos, como por ejemplo la dispensa que hubo que solicitar del Papa, ya que los contrayentes eran primos. 
Por fin la ceremonia tuvo lugar el 23 de enero de 1878 en la Real Basílica de Atocha iluminada para la ocasión con más de mil cirios y oficiada por el cardenal Benavides.
Como se ha dicho, el matrimonio tuvo una corta duración y a finales de marzo comenzaron los problemas de salud cuanto la reina tuvo un aborto, del cual parece que no se recuperó del todo y en varias ocasiones padeció severas crisis de salud,  hasta que el 26 de marzo falleció, dejando desolado al rey, compungido a Montpensier que veía como sus planes no se llevaban a efecto y, tranquila a la reina, que parece que se quitaba de en medio al cuñado, aunque por poco tiempo, porque unos años más tarde conseguiría casar a su hijo Antonio con la Infanta Eulalia, matrimonio que  terminó como el rosario de la aurora.
Como curiosidad decir que María de las Mercedes ha sido hasta el momento la única Reina consorte que ha nacido en el país.
Otra curiosidad es que siempre se cuenta que Rey Alfonso XII se recluyó en el palacio de Riofrío a consolar su pena, pero lo que no se cuenta es que lo hizo acompañado de la que siempre había sido su amante, Elena Sanz.

Retrato de la Reina María Cristina
Tras la presión que se ejerció sobre el rey, este volvió a casarse con  María Cristina de Habsburgo-Lorena, archiduquesa de Austria, con la que tuvo dos hijas, María de las Mercedes, María Teresa y un hijo póstumo, el futuro Alfonso XIII.

Enfermó de tuberculosis, y sus obligaciones y sus salidas nocturnas contribuyeron a empeorar la enfermedad, tanto que,  Alfonso de Borbón y Borbón murió un 25 de noviembre de 1885 en el palacio de El Pardo.
Falleció en una espaciosa cámara con dos balcones que daban a la fachada principal. La propia Reina María Cristina, sin más ayuda que la del médico de cámara, se encargó de lavar y preparar el cadáver, que fue colocado en la cama de hierro dorado, en la que había fallecido. Entre sus manos pusieron el crucifijo que le habían regalado en Roma, cuando durante su exilio, hizo la primera comunión.
A las diez de la mañana, del día 26, el cadáver comenzó a ser embalsamado, operación que duró mucho tiempo dado el mal estado en el que se encontraba el cuerpo, debido a la cruel enfermedad. Hubo que administrarle 25 inyecciones de sustancias químicas, de un litro cada una.
Fue enterrado en El Escorial cinco días después, no sin antes hacer una parada en el Palacio Real para que los madrileños le dieran su último adiós. Un largo camino hasta el Panteón de los Reyes del Monasterio de San Lorenzo del Escorial.
Muerte de Alfonso XIII
Se cuenta que años más tarde, su hijo póstumo, Alfonso XIII, pidió ver el cadáver de su padre y, ante la sorpresa de todos, lo encontraron perfectamente conservado, tal que “parecía dormido”.
Pero, al margen de la familia oficial y de su amor inconsolable por su primera esposa, Alfonso XII tuvo “otra familia”. El rey, gran aficionado a la ópera se enamoró  de la cantante lírica Elena Armanda Sanz Martínez de Arizala, prima donna del Teatro Real de Madrid. Española, nacida en Castellón en 1844, artista internacional vinculada a la Scala de Milán y la Ópera de Viena. No pasaría a la historia por sus giras y representaciones, sino por los motivos personales que la obligaron a abandonar prematuramente las tablas, abandonando su carrera y lo dejando todo, por amor al rey. De esta relación tuvieron dos hijos en común, Alfonso y Fernando.

Elena Sanz
Su primer encuentro fue en Viena en 1872, cuando Alfonso contaba tan solo con 15 años y la cantante 28. Parece ser, que la soberana empujo a su hijo a los brazos de Elena para evitar que se casara con su prima Mercedes. Pero la cantante se fue a una gira por Sudamérica y el príncipe cayó rendido ante su prima. Tras su muerte, la desesperación del rey fue tal que sus allegados temieron que cometiera una locura. Su consuelo llegó gracias al estreno de la ópera La Favorita en el madrileño Teatro Real, en la que actuaba Elena Sanz. Cuando subió al palco a cumplimentar al monarca, renació la fascinación de éste. Alfonso XII se convirtió en su fiel seguidor, como atestigua una de las cartas, donde dice:
«Idolatrada Elena: mucho gusto he tenido en verte todos los días en estas funciones».

La reina le alegró que Alfonso recuperara la ilusión. Y Elena Sanz, al principio reticente a las atenciones del rey, acabó sucumbiendo  y abandonando los escenarios. Alfonso XII, loco de pasión, aprovechaba cualquier resquicio para ver a su amante, como demuestran sus cartas:
«Amor mío, mañana miércoles 15, a las 11 menos cuarto, espero estar en tus brazos».
Hay una escrita en el soporte de una foto, donde aparece el sello P. M. Hebert, fotógrafo de SSMM. En ella se despide:
«…hasta el próximo día que cacemos en furtivo, amor mío»

Esta relación se mantendrá durante varios años. Tras el matrimonio del rey con María Cristina de Habsburgo, sobrina del emperador de Austria, mujer inteligente y poco agraciada, en noviembre de 1878, su romance con Elena Sanz seguía viento en popa. Dos meses después, el 28 de enero de 1880, la cantante dio a luz un niño, al que puso de nombre Alfonso. Aunque el niño nació en París, pues Elena fue expulsada de España por el presidente Cánovas a petición de la reina Cristina. Fue un secreto a voces, y la prensa se hizo eco de ella. Poco duró el destierro, ya que Alfonso la llamó de nuevo a su lado y la instaló en un piso cerca del palacio real donde acudía con asiduidad a verla.
Mientras tanto, en Madrid,  la reina María Cristina no lograba alumbrar un varón. Tuvo dos niñas seguidas, las infantas Mercedes y Teresa. Alfonso XII, decepcionado, vivía en una encrucijada: por una parte, su amor por Elena y el hijo, que no podía subir al trono por ser bastardo. Por otra, su deber como rey. Una compleja situación que se refleja en sus escritos:
 «Adorada Elena: perdón si anoche te hice tanto sufrir. Varias veces me desperté pensando en ti y lleno de remordimientos».
Cuando nació, Fernando, el segundo hijo del rey, la reina lanzó un ultimátum: o salía de Madrid la cantante con su innoble prole o ella regresaría a Austria. Elena Sanz tuvo que afincarse en París con sus hijos, sobreviviendo con las 5.000 pesetas mensuales que le mandaba el rey. No siempre puntualmente:
 «Querida Elena: hasta hoy no te he podido remitir lo que va adjunto porque cerré el mes con deudas y sin un cuarto»

A partir de ahí la pasión del rey se enfrió con la distancia, pero la reina no consiguió su atención, pues el rey anduvo siempre en brazos de múltiples favoritas.

Sea como fuere, la tuberculosis, acabó con la vida de Alfonso XII  el 25 de noviembre de 1885 con  tan solo 28 años. María Cristina, embarazada del futuro Alfonso XIII, se convirtió en regente y retiró la pensión a Elena Sanz. Para sobrevivir, la entonces favorita,  tomó una difícil decisión: en el Acta de París, firmada en 1866, entregó a un representante de la Casa Real 110 documentos, en su mayoría cartas, que acreditaban la paternidad de Alfonso XII a cambio de garantizarle a sus hijos 31.000 francos en un depósito de deuda exterior, que podrían retirar en su mayoría de edad, convertidos en 700.000. De su custodia se encargó Prudencio Ibáñez, banquero de la familia real.

Elena Sanz en Dalila
Sin embargo, tras morir Elena Sanz en 1898, el banco que custodiaba los títulos quebró. Cuando los hermanos reclamaron su fortuna, no había nada, al parecer la reina y el banquero Ibáñez les quitaron todo. En 1907, Alfonso Sanz, primogénito bastardo del rey, inició un pleito reclamando su filiación como hijo de Alfonso XII, pero lo perdió. El juez dictó que «un monarca no estaba sujeto al Derecho Común». Es decir, no se le podían reconocer hijos fuera del matrimonio. A partir de ahí, decidió borrar su pasado. Fue director de Peugeot en París. Y su matrimonio con la hija de un millonario mexicano, Guadalupe de Limantour, le colocó en la órbita de la alta sociedad. Jamás quiso recordar sus orígenes. Al parecer, sufrió mucho por su madre. Veía que la habían despreciado y engañado. También se negó a tener relación alguna con la familia real. “Salvo con Isabel II y su hija, la Infanta Eulalia, quienes siempre los había considerado familia”

María Luisa Sanz, hija de Alfonso, primogénito bastardo de Alfonso XII, conservó ocho de esas cartas, que su padre guardaba en un cofre. Aquí unos fragmentos:

IDOLATRADA ELENA: Cada minuto te quiero más y deseo verte, aunque esto es imposible en estos días. No tienes idea de los recuerdos que dejaste en mí. Cuenta conmigo para todo. No te he escrito por la falta material de tiempo. Dime si necesitas guita y cuánta. A los nenes un beso de tu (firma) Alfonso.
ELENA MIA: Qué monería de retratos y cómo te lo agradezco. El chico hace bien en agarrarse a lo mejor que tiene y por eso le va a gustar tocar la campanilla. Tú estás que te hubiera comido a besos y me pusiste Dios sabe cómo. Daría cualquier cosa por verte mas no es posible. Recibe un abrazo, (firma) Alfonso.
QUERIDA ELENA: Hasta hoy no te he podido remitir lo que va adjunto porque cerré el mes con deudas y sin un cuarto. Me castigo por el retraso, según verás, remitiéndote 500 pesetas de plus. Seré más exacto en adelante. Me alegro de que el nene esté bueno. Mil besos de tu (firma) Alfonso.

Monumento a Alfonso XII en el Retiro - Madrid

Paseo del retiro: El parque de El Retiro que conocemos en la actualidad está presidido por el monumento a Alfonso XII, situado en el emplazamiento en el que estaba el antiguo embarcadero de época de Felipe IV. El monumento fue encargado por la reina regente María Cristina y su construcción comenzó tras la subida al trono de Alfonso XIII. La obra, de José Grases Riera, consta de una gran columnata que rodea la estatua del monarca a lomos de su caballo. Completan el monumental conjunto una serie de alegorías a la patria, la libertad, la paz, los ejércitos y la marina. En él trabajaron los escultores más destacados del momento como Mariano Benlliure, Aniceto Marinas o Mateo Inurria. 
Las primeras noticias que se tienen del parque datan de la época de los Reyes Católicos, fundadores del Monasterio de los Jerónimos, cerca del cual había unos aposentos reales conocidos como "el Cuarto". Es durante el reinado de Felipe II cuando se concreta el uso de esta zona como lugar de retiro y recogimiento religioso, de ahí su nombre. 
En época de Felipe IV se decide que el antiguo cuarto se convierta en un Palacio para albergar fiestas, representaciones teatrales, corridas de toros, etc. Palacio de grandes dimensiones, pero con un aspecto tan poco artístico que recordaba a los cuarteles militares. Los diferentes monarcas fueron cambiando y reformando el palacio del que sólo se conserva el Casón del Buen Retiro, hoy perteneciente al  Museo delo Prado, y que en la época era el majestuoso salón de baile. Carlos III, impulsor de la remodelación de toda la zona, ideó cerrar el espacio con verjas y permitió a los madrileños que accediesen al parque, previas normas de higiene e indumentaria mínimas. 
Paseo Fernán Núñez
Durante la invasión napoleónica en 1808, todo el emplazamiento fue tomado por las tropas francesas y tanto el palacio como los espacios ajardinados quedaron destruidos. Los posteriores reyes cuidaron el parterre y los paseos e incluso construyeron algunos pabellones. 
En la época de la Primera República, o sea, por 1873, patrocinado por el Duque de Fernán Núñez se inauguró el paseo de coches…, pero de coches de caballos. El aristócrata que quería poderse pasear a caballo por el Retiro, no le importó pagar 55.000 pesetas, la mitad de lo que costó abrir el Paseo al Ayuntamiento,  que puso el resto. Eso sí, pensando en hacer negocio porque al principio se debía pagar 2,50 pesetas al día por carruaje o caballo, aunque se podía adquirir un abono que salía más económico. Después de mucha polémica, pues algunos no querían que se abriera, en 1874 se inauguró el primer “Paseo de Carruajes” del Parque del Retiro. 
El Paseo de carruajes continuaba fuera del Parque, para extenderse por la actual calle de Alfonso XII, hasta la plaza de la Independencia y entrar de nuevo en los Jardines por la Puerta de Madrid, en un recorrido de tres Km. Tenía una anchura de veinte metros, dividida en dos zonas, una de catorce para uso de los carruajes, con firme de piedra y relleno de sus juntas con arena y otra de arena de cinco metros de ancho, para los caballos.
Para trazar el Paseo de  Fernán Núñez que atraviesa el Retiro, hubo de cortarse 122 árboles de sombra, algunos pinos, cipreses, tuyas y arbustos diversos, pero se consiguió evitar la poda de dos impresionantes pinos, realizándose una isleta para que la circulación pasara por sus lados, siendo el artífice de la idea el Conde de Toreno que era el Comisario del Parque el 23 de Octubre de 1874, fecha de su inauguración definitiva, y dando su nombre a los pinos salvados, que desde esa fecha se conocen como “los torenos”. 
Paseo de Carruajes
A partir de 1885 se dio permiso para que se pudiera circular en bicicleta, bueno en “velocípedo”, por este paseo. Una de las asiduas era la famosa bailarina llamada “la Bella Otero” que iba con su hija en un tándem.
Hasta el Rey Alfonso XII se hizo asiduo del paseo, (en coche de caballos, no en bici) y aquí se venía todas las tardes. El atentado que sufrió en 1880 fue justo después de hacer este paseo, cuando iba hacia el Palacio Real. Salió ileso y al día siguiente volvió, o sea, que le encantaba.

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